Dieta baja en carbohidratos que restringe la glucosa podría mejorar funciones cerebrales en adultos mayores

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Credit: iStock

En un estudio piloto de 14 adultos mayores con deterioro cognitivo leve con indicadores de la enfermedad de Alzheimer, investigadores de Johns Hopkins Medicine observaron que una dieta cetogénica e hipoglucídica podría mejorar las funciones cerebrales y la memoria.

Los investigadores explicaron que los participantes que siguieron una dieta modificada de Atkins (muy escasa en carbohidratos e hiperlipídica) demostraron mejoras leves, pero medibles, en las pruebas normalizadas de memoria, en comparación con aquellos en una dieta baja en grasa.

Los resultados a corto plazo, publicados en el Journal of Alzheimer’s Disease, distan mucho de comprobar que la dieta modificada de Atkins tiene el potencial de evitar que el deterioro cognitivo leve evolucione hacia un diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia. No obstante, son bastante prometedores como para justificar estudios más amplios y más prolongados de cómo la dieta puede afectar las funciones cerebrales.

“Nuestros resultados iniciales han indicado que posiblemente no necesitamos restringir el consumo de carbohidratos tan tajantemente como lo hicimos al principio. Puede que eventualmente veamos las mismas propiedades beneficiosas si agregamos un suplemento de cetonas que permitiría seguir la dieta con más facilidad”, comenta el Dr. Jason Brandt, profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta y de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “Ante todo, si podemos comprobar estos resultados preliminares, de que implementar cambios en el régimen alimenticio puede mitigar el deterioro cognitivo leve de la demencia en sus fases tempranas, eso sería un verdadero agente de cambio.”

Brandt explica que, normalmente, el cerebro utiliza la glucosa —un producto de la descomposición de los carbohidratos— como combustible primario. Pero, en investigaciones se ha comprobado que, en las etapas tempranas de la enfermedad de Alzheimer, el cerebro no es capaz de usar con eficacia la glucosa como fuente energética.

Valiéndose de gammagrafías cerebrales que muestran el uso energético, los investigadores también han determinado que los cerebros de personas sanas o con deterioro cognitivo leve pueden usar las cetonas, un químico que proviene del desecho de las grasas alimenticias, como fuente energética alternativa. Por ejemplo, cuando una persona sigue una dieta cetogénica, que consiste en consumir una gran cantidad de grasa y muy pocos azúcares y almidones, su cerebro y cuerpo utilizan esas cetonas como fuente energética en lugar de los carbohidratos.

Con esta investigación, se buscaba comprobar si las personas con un deterioro cognitivo leve, a menudo un indicador de la enfermedad de Alzheimer, se podían beneficiar de una dieta que obligara al cerebro a usar las cetonas como fuente energética, en lugar de los carbohidratos.

Después de dos años y medio de esfuerzos de reclutamiento, los investigadores lograron reclutar a 27 individuos para participar en un estudio dietético de 12 semanas. Unas cuantas personas abandonaron el estudio, pero hasta ahora, 14 participantes lo han completado. La edad media de los participantes fue de 71 años. La mitad fueron mujeres y todos menos uno, caucásicos.

Para tomar parte en el estudio, cada participante debía contar con un compañero de estudio (típicamente su cónyuge), que sería responsable de asegurarse de que el participante siguiera el régimen alimenticio durante las 12 semanas. Nueve de los participantes hicieron una dieta modificada de Atkins que restringiría el consumo de carbohidratos a 20 gramos o menos al día, pero sin restricción calórica. Los otros cinco participantes siguieron la dieta propuesta por el National Institute of Aging, que es similar a la dieta del Mediterráneo en la cual no hay restricción de carbohidratos, pero que favorece el consumo de frutas, vegetales, productos lácteos parcialmente descremados o descremados, granos integrales y las proteínas magras como los mariscos y el pollo.

Antes de empezar sus dietas, los asignados a la dieta modificada de Atkins habían estado consumiendo 158 gramos de carbohidratos al día. Para la sexta semana del estudio, habían reducido su consumo de carbohidratos a 38.5 gramos al día y siguieron reduciendo la cantidad entrada la novena semana, aunque no lograron llegar a la meta de 20 gramos al día antes de volver a aumentar el promedio de carbohidratos consumidos a 53 gramos, en la doceava semana. Los participantes en la dieta del National Institute of Aging siguieron comiendo una dieta abundante en carbohidratos, muy por encima de los 100 gramos al día.

Cada participante proporcionó muestras de orina antes de empezar su régimen alimenticio y cada tres semanas hasta llegar al final del estudio, las cuales fueron usadas para los controles de medición de las cetonas. En la orina de más de la mitad de los participantes en la dieta modificada de Atkins se observaron cetonas a eso de las seis semanas y hasta el final, como se anticipaba; pero ninguno de los participantes en la dieta control del National Institute of Aging tenía cetonas detectables en la orina.

Al principio del estudio, todos los participantes completaron el test de evaluación cognitiva de Montreal (Montreal Cognitive Assessment o por sus siglas, MoCA), la Mini prueba del estado mental (Mini-Mental State Examination o por sus siglas, MMSE) y la escala de valoración clínica de la demencia (Clinical Dementia Rating Scale o por sus siglas, CDR). Se les hicieron pruebas con una breve colección de tests de memoria neuropsicológicos, antes de comenzar sus dietas, a las seis semanas ya entrada la dieta, y a las doce semanas. A las seis semanas, los investigadores descubrieron una notable mejora en los tests de memoria que coincidían con las concentraciones elevadas de cetonas y la ingestión muy restringida de hidratos de carbono.

Al comparar los resultados de los test de memoria y de evocación retardada —la habilidad de tener memoria o de recordar algo que se comunicó o se mostró unos minutos antes— los individuos que siguieron la dieta modificada de Atkins tuvieron una mejoría cuantificada de un par de puntos, como promedio (como un 15 por ciento del puntaje total), mientras que los que no siguieron la dieta perdieron, como promedio, un par de puntos.