No quiero pecar de iluso, pero la ola de indignación mundial por la invasión rusa a Ucrania me da una pizca de esperanza de que veamos un resurgimiento del apoyo a la democracia en todo el mundo después de dos décadas de avance del autoritarismo.
La invasión totalmente injustificada del autócrata ruso Vladimir Putin a un país vecino ha causado una reacción internacional mucho más fuerte de lo que se esperaba en contra de la dictadura rusa, y de apoyo al gobierno democrático de Ucrania.
Es cierto que esta indignación internacional podría disiparse con el tiempo si la invasión rusa se alarga por años, pero hay motivos para ser cautelosamente optimista.
Antes del ataque de Rusia, hubiera sido difícil creer que la Asamblea General de las Naciones Unidas, que generalmente hace la vista gorda ante las atrocidades de los regímenes autoritarios, aprobaría abrumadoramente una resolución que deploró la “agresión contra Ucrania” y exigió que Moscú retire sus tropas.
La resolución de la ONU del 2 de marzo fue aprobada por 141 países, con 35 abstenciones y sólo cuatro naciones que apoyaron a Rusia. Si bien no fue una resolución vinculante, fue la primera vez en la historia reciente que tantos países condenaron abiertamente a una dictadura por atacar a otro país.
Asimismo, antes de la invasión de Rusia, habría sido difícil creer que los países europeos que dependen en gran medida del gas de Rusia, como Alemania, impondrían duras sanciones económicas a Moscú e incluso enviarían armas a Ucrania, como lo hicieron. Hasta naciones tradicionalmente neutrales como Suiza y Suecia enviaron armas al valiente pueblo ucraniano.
Antes del ataque de Putin a Ucrania, pocos habrían imaginado que las principales asociaciones deportivas y culturales internacionales suspenderían a Rusia de las principales competencias mundiales.
La Federación Mundial de Fútbol FIFA, así como la Federación Internacional de Tenis, la Federación Internacional de Hockey sobre Hielo y más de una docena de otras asociaciones deportivas han suspendido a los equipos rusos y cancelado eventos en Rusia. Y los teatros de ópera, salas de conciertos y empresas de todo tipo han cortado sus relaciones con Rusia.
Todo eso está teniendo lugar tras un declive constante de la democracia en las últimas dos décadas, según un nuevo informe de la organización Freedom House. El estudio, titulado “La libertad en el mundo 2022”, dice que un total de 60 países sufrieron una caída en sus libertades democráticas el año pasado, mientras que sólo 25 mejoraron.
Cuando le pregunté cómo afectará la invasión rusa de Ucrania a la democracia en el mundo, el presidente de Freedom House, Michael J. Abramowitz, me dijo que, a corto plazo, podría debilitarla aún más. Si las tropas rusas ocupan toda Ucrania, el país se convertiría en una dictadura, explicó.
Pero Abramowitz expresó su optimismo de que, a mediano y largo plazo, la indignación internacional por el ataque de Rusia fortalecerá el apoyo a la democracia.
“Mi esperanza es que, a largo plazo, esto pueda ser un punto de inflexión para la causa de la libertad,” me dijo Abramowitz. “Si bien en los últimos años muchos países autoritarios se envalentonaron por lo que vieron como una falta de voluntad de las democracias para hacerles frente, la respuesta inmediata a la invasión rusa fue realmente sorprendente,” agregó.
El presidente Biden, quien ha hecho un excelente trabajo en restaurar los lazos entre Estados Unidos y Europa que habían sido seriamente dañados por su predecesor, ahora enfrenta el desafío junto con los líderes europeos de mantener vivo el apoyo mundial a la defensa colectiva de la democracia.
Las democracias del mundo podrían extender las sanciones económicas sin precedentes que han impuesto a Rusia a otras dictaduras, como la de Venezuela. Hasta ahora, varios países europeos habían alegado trabas legales para no incautar las cuentas bancarias de oligarcas cercanos al régimen venezolano.
Y las democracias podrían extender su apoyo a los grupos de la sociedad civil de todo el mundo que apoyan las elecciones libres, la libertad de prensa y denuncian la corrupción.
No sé si la actual indignación global contra la dictadura rusa durará. Pero existe la posibilidad de que, después de años de expansión del autoritarismo, la invasión de Ucrania marque el comienzo de un resurgir democrático en el mundo.