Muchos aplaudieron, con razón, la reciente votación en las Naciones Unidas que rechazó la candidatura de Arabia Saudita para un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Pero, lamentablemente, el Consejo de Derechos Humanos del organismo internacional ha sido desde hace años, y sigue siendo, un chiste.
El Consejo, de 47 países miembros, sigue teniendo entre sus países miembros más activos a dictaduras como Cuba, China y Sudán. Alrededor del 60 por ciento de los países miembros son dictaduras o países no democráticos, según la organización de derechos humanos independiente UN Watch.
Los miembros del Consejo son elegidos mediante votación secreta por todos los países miembros de la ONU, bajo directrices según las cuales los países miembros deben “mantener los más altos estándares de promoción y protección de los derechos humanos”. Sí, leyeron bien: Cuba, China y Sudán, entre muchos otros violadores sistemáticos de los derechos humanos, han sido elegidos según estos criterios.
La más reciente votación de nuevos miembros se realizó en la Asamblea General de la ONU el 9 de octubre.
Entre los 18 países que fueron elegidos o reelegidos para el período 2025-2027 del Consejo se encuentra Qatar, que comete graves violaciones de los derechos humanos y ha dado ayuda financiera a Hamás y otras organizaciones terroristas palestinas. Qatar ha justificado su ayuda a Hamás diciendo que es necesaria para apoyar a las familias palestinas necesitadas.
Bolivia, la República Democrática del Congo y Etiopía también fueron elegidos para el próximo período del Consejo a pesar de no estar “calificados” para formar parte del panel, según una declaración conjunta de U.N. Watch, la Fundación de Derechos Humanos y el Centro Raoul Wallenberg para los Derechos Humanos.
México y Colombia, que también fueron elegidos para el nuevo período del Consejo, fueron descritos por la declaración conjunta de las tres organizaciones de derechos humanos como opciones “cuestionables”, en parte debido a sus votos a favor de países violadores de derechos humanos en la ONU.
Cuando le pregunté por qué tantas dictaduras y países no del todo democráticos han sido electos para obtener bancas en el Consejo, el director ejecutivo de U.N. Watch, Hillel Neuer, me dijo que “la verdad es que los regímenes más violadores de los derechos humanos buscan ser elegidos mucho más que otros”.
Agregó: “Si tú eres Costa Rica u otro país que no es un grave violador de los derechos humanos, no estás tan motivado para buscar un asiento en el Consejo como las dictaduras que buscan proteger sus abusos y usar sus bancas con fines propagandísticos”.
Como resultado, las dictaduras suelen ofrecer a los países democráticos sus votos para los comités económicos y comerciales de la ONU a cambio del apoyo de éstos a sus candidaturas para escaños en el Consejo de Derechos Humanos.
Estados Unidos, cuyo mandato como miembro del Consejo termina este año, no se presentó a la reelección. No está claro si no quiso seguir siendo miembro del Consejo porque llegó a la conclusión de que es inútil tratar de reformarlo desde adentro, o si no fue para evitar ser blanco de acusaciones diarias por su apoyo a Israel.
El Consejo de la ONU es bien conocido por su sesgo contra Israel. Entre su creación en 2006 y mediados de 2023, el Consejo emitió 103 resoluciones contra Israel, en comparación con 16 contra Corea del Norte, 14 contra Irán, 3 contra Venezuela y ninguna contra China y Cuba, según grupos de derechos humanos. De nuevo, leyeron bien, ninguna contra China, o Cuba.
En suma, el Consejo es una sociedad de protección mutua en la que las dictaduras más brutales del mundo se ayudan entre sí para rechazar las acusaciones de violación de los derechos humanos, y acusar a sus enemigos.
Debería disolverse, como sucedió con su predecesora, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en 2006. Lamentablemente, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que se creó en su lugar ese mismo año, ha sido nuevamente secuestrado por las dictaduras.
Es hora de clausurarlo, porque tener a China, Cuba y Qatar y otros regímenes abusivos evaluando a otros países en esta materia es una burla a la causa de los derechos humanos.