En momentos en que el dictador venezolano Nicolás Maduro celebra el décimo aniversario de su llegada al poder, un balance de su presidencia muestra que ha sido aún más desastrosa de lo que mucha gente piensa.
Maduro, quien asumió el cargo el 8 de marzo de 2013, tras la muerte de su antecesor Hugo Chávez, ha hecho un milagro económico al revés: terminó de convertir un país que había sido uno de los más ricos de América Latina en el más pobre de la región, junto con Haití.
Vean estas cifras para ver la magnitud del colapso económico y social de Venezuela, a pesar de que el país tiene las mayores reservas de petróleo del mundo:
•El producto interno bruto de Venezuela se ha desplomado de $350 mil millones de dólares en 2013 a $60 mil millones de dólares en la actualidad, según la consultora económica Ecoanalítica, con sede en Caracas. Esto significa una caída de casi el 83 por ciento en la actividad económica del país en una década.
•La tasa de pobreza de Venezuela se ha disparado del 40 por ciento de la población en 2013 al 94 por ciento en la actualidad, según la encuesta ENCOVI de hogares venezolanos realizada por la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar. Según los organizadores de la encuesta, la tasa de pobreza de Venezuela ha superado a la de Haití.
•La tasa de inflación de Venezuela ha aumentado a un 350 por ciento anual este año, del 56 por ciento anual en 2013, según Ecoanalítica. Los empleados públicos venezolanos ganan el equivalente a 11 dólares al mes, y si le agregamos los alimentos que reciben gratis del gobierno, su salario llega a 30 dólares por mes, uno de los más bajos del mundo.
•La producción de petróleo de Venezuela, que representa casi la totalidad de sus ingresos extranjeros legales, se ha desplomado de unos 2.5 millones de barriles diarios hace diez años a unos 690.000 barriles diarios hoy día, según cifras de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
•El tráfico de drogas, la extracción ilícita de petróleo y otras actividades ilegales representan el 20 por ciento del producto interno bruto de Venezuela, según Transparencia Venezuela, un grupo de expertos anticorrupción.
•Más de 8.200 venezolanos murieron en ejecuciones extrajudiciales por parte de los escuadrones de la muerte de Maduro entre 2015 y 2017, según el grupo de derechos humanos Amnistía Internacional. Maduro está siendo objeto de una investigación de la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de lesa humanidad.
•Más de 7,2 millones de venezolanos han huido del país en los últimos diez años, según Naciones Unidas. Es el éxodo masivo más grande en la historia de América Latina.
Asdrúbal Oliveros, el presidente de Ecoanalítica, me dijo que Venezuela “es un caso inédito en el mundo de destrucción de un país que no ha pasado por una guerra o un desastre natural”.
Cuando compilé estas cifras, lo primero que se me pasó por la cabeza fue que no es de extrañar que Maduro no permita elecciones libres: sabe que jamás podría ganarlas.
Su única forma de mantenerse en el poder es a través de la represión, y empujando a millones de venezolanos hambrientos a irse del país. Al igual que sucedió en Cuba, eso le permite deshacerse de potenciales opositores, y beneficiarse de los miles de millones de dólares que mandan al país los expatriados en remesas familiares.
La única forma de sacar a Venezuela de su crisis humanitaria sería un acuerdo entre Maduro y la oposición para realizar elecciones libres, lo que restablecería el estado de derecho y alentaría las inversiones, me dijo Oliveros. Pero agregó que, desafortunadamente, no cree que eso suceda pronto.
Yo también soy pesimista. Maduro es un dictador que no tiene ningún incentivo para permitir unas elecciones que seguro perdería. Por el contrario, es probable que el nuevo apoyo de algunos presidentes latinoamericanos lo hagan aún más reacio a hacer concesiones democráticas.
Los gobiernos de izquierda de Colombia, Brasil, México y Argentina son mucho más amigos de Maduro que sus antecesores. El nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, restableció recientemente los lazos diplomáticos y comerciales con Venezuela y sacó fotos sonrientes con Maduro.
Y la oposición de Venezuela recientemente cometió lo más parecido al un suicidio político al desmantelar la presidencia interina que ocupaba Juan Guaidó, quien en un momento fue reconocido por más de 50 países como el líder legítimo de Venezuela.
A menos que la oposición corrija ese error garrafal y se una sólidamente detrás de un candidato único para las elecciones de 2024, le resultará difícil recuperar el voto mayoritario de los votantes venezolanos y el apoyo diplomático y político de las democracias del mundo. Ganará la fatiga política, la represión y la sumisión, tal como pasó en Cuba.