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Tuesday, December 3, 2024
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¿Hay peligro de una guerra civil en Estados Unidos?

Cuando una encuesta de la firma Marist reveló en mayo que el 47% de los estadounidenses cree que habrá una guerra civil en Estados Unidos durante su vida, mi primera reacción fue pensar que la gente está viendo demasiadas películas de ficción política.

Pero nadie debería reírse de semejantes encuestas después del atentado contra el expresidente y aspirante republicano Donald Trump.

A juzgar por las primeras reacciones después del atentado, lo más probable es que veamos un aumento de la polarización política a medida que nos acercamos a las elecciones presidenciales de noviembre, en momentos en que la cantidad de armas semiautomáticas en manos de civiles ha alcanzado máximos históricos.

Según reportó el diario The Wall Street Journal, hoy en día hay más de 20 millones de rifles semiautomáticos AR-15 en manos de civiles en Estados Unidos, comparado con unos 400.000 que había a principios de la década de 1990.

El rifle AR-15 es el arma preferida de los asesinos seriales en Estados Unidos, y fue utilizado por el joven de 20 años que intentó matar al expresidente. Los rifles semiautomáticos AR-15 habían sido prohibidos por 10 años en 1994, pero la prohibición expiró sin que fuera renovada. Trump y el partido republicano apoyan que se siga permitiendo la venta de estas armas.

Las primeras señales de que la polarización política podría aumentar vinieron apenas unas horas después del atentado del 13 de julio, cuando el senador J.D. Vance, quien dos días después fue nombrado por Trump como su compañero de fórmula, culpó irresponsablemente a la retórica del presidente Biden por el ataque al expresidente.

Vance no borró su posteo en X incluso después de que se supo que el autor del atentado se ha registrado para votar como miembro del partido republicano. Y Vance le echó la culpa a Biden a pesar de que ha sido Trump quien ha exacerbado el odio político desde que comenzó su campaña de 2016 alegando que sus opositores son enemigos de la patria.

Trump ha dicho recientemente que los inmigrantes están “envenenando la sangre” de Estados Unidos, ha planteado la posibilidad de un “baño de sangre” si pierde en noviembre y elogia con frecuencia como “patriotas” a los manifestantes violentos que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, causando varias muertes.

Asimismo, horas después del atentado contra Trump, el representante Mike Collins (R-Ga.), afirmó sin aportar ninguna prueba que “Joe Biden dio la orden”. Para su crédito, el líder republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, dijo en NBC que “Tenemos que bajar la temperatura (política) del país”, como lo había pedido el presidente Biden.

Pero no soy muy optimista de que prevalezcan las cabezas frías. Todo el relato de Trump se basa en sus afirmaciones falsas de que le robaron las elecciones de 2020 y de que es una presunta víctima de persecución política.

Más de 60 tribunales concluyeron que las afirmaciones de fraude electoral de Trump eran infundadas, e incluso la Corte Suprema, de mayoría conservadora – con tres jueces elegidos por el propio Trump- no encontró pruebas que respaldaran las afirmaciones de Trump. Y Trump fue condenado en un juicio en Nueva York por un jurado que fue en parte elegido por sus propios abogados.

Los demócratas, a su vez, seguirán haciendo campaña presentando a Trump como la mayor amenaza a la democracia estadounidense en la historia reciente. Y van a mostrar los propios discursos de Trump, en que ataca el Estado de derecho, o incita a la violencia llamando a sus seguidores a “luchar” o se burla del atentado contra el marido de la exlíder democrática del congreso Nancy Pelosi.

Además de la encuesta de Marist, un sondeo de la firma Rasmussen realizado en abril encontró que el 41% de los votantes estadounidenses cree que habrá una guerra civil en los próximos cinco años. Y un nuevo documental, “América ardiente”, narrado por Michael Douglas, dice en su tráiler promocional que “cada día escuchamos que estamos un paso más cerca de la guerra civil”.

No estoy entre los que temen una guerra civil. Sin embargo, es hora de que los políticos estadounidenses bajen el tono de sus discursos y hagan algo para frenar la venta de rifles semiautomáticos, porque literalmente están jugando con fuego.

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