¿Hay que demoler el monumento al ‘Che’ Guevara?

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Andres Oppenheimer
Andres Oppenheimer

Por Andrés Oppenheimer

Yo estaba de visita en Argentina cuando explotó en Estados Unidos el debate sobre la campaña para derribar las estatuas del general sureño de la guerra civil Robert E. Lee, y la polémica me sonó muy parecida a la que estaba teniendo lugar en Argentina sobre una petición para demoler los monumentos al “Che” Guevara allí. En ambos casos, hay una solución mucho mejor que destruir las estatuas.

¿Por qué no dejar que las estatuas de estas figuras históricas sigan en pie, y construir a su lado monumentos a sus víctimas, o a quienes pensaban diferente?

¿Por qué no construir, al lado de cada estatua de Robert E. Lee, un monumento a las víctimas de la esclavitud en Estados Unidos? O junto al monumento del líder guerrillero nacido en Argentina, una estatua recordando las personas que fueron ejecutadas por él en Cuba?

Los partidarios de los monumentos a éstas y otras figuras controvertidas argumentan que son parte de la historia de cada país. Si así es la cosa, lo lógico sería colocarlos en sus respectivos contextos, junto a otras figuras históricas que representen puntos de vista opuestos.

De esa manera, los colegiales que visitan esos monumentos podrían ver ambos lados de la historia. Los enfrentamientos violentos, como el que tuvo lugar en Charlottesville, Virginia, el 12 de agosto, podrían ser evitados más fácilmente. Las estatuas paralelas se convertirían en testimonios de la historia, en lugar de objetos de culto.

En Rosario, Argentina, donde nació el “Che”, la Fundación Bases ha hecho una petición a las autoridades municipales para demoler el gigantesco monumento al guerrillero, que fue inaugurado en 2008. La estatua de bronce de cuatro metros de altura, y que pesa 1.5 toneladas, fue hecha fundiendo 75,000 llaves, que su escultor dijo que fueron donadas por personas de todo el mundo.

La petición para la destrucción de la estatua de “Che” Guevara ya ha reunido 14,100 firmas en el sitio web Change.org. Una contrapetición en el mismo sitio web pidiendo dejar el monumento de pie ha juntado 8,100 firmas.

Según la petición de la Fundación Bases, “El guevarismo en Cuba ha dejado 10,723 personas asesinadas por el régimen comunista, 78,000 muertos intentando escapar de la isla, 14,000 fallecidos en las intervenciones militares en el extranjero, 5,300 que murieron en la rebelión de Escambray, (y) persecución a intelectuales, homosexuales y disidentes”.

En los Estados Unidos, la controversia sobre los monumentos a los generales de la Confederación sureña durante la guerra civil se ha vuelto más violenta.

El reciente enfrentamiento entre supremacistas blancos y manifestantes antirracistas en Charlottesville, Virginia, dejó una mujer muerta y 19 heridos. Desde entonces, ha habido conflictos por los monumentos en Durham, Carolina del Norte, y otras ciudades.

Los partidarios de monumentos a los generales confederados, como el presidente Trump, dicen que son parte del legado histórico del país. Criticando a quienes quieren derribarlos, Trump dijo que “están tratando de eliminar nuestra herencia”.

Pero quienes quieren demoler estos monumentos argumentan que sus estatuas son objetos de veneración para los supremacistas blancos y los neonazis. No es coincidencia que la mayoría de estos monumentos fueron construidos en las décadas de 1890 y 1920, dos picos históricos de la segregación racial y el linchamiento de negros. Estos monumentos pretenden legitimar y venerar el racismo, dicen sus críticos.

Mi opinión: Los países deberían mirar menos al pasado, y más hacia futuro. En lugar de tener figuras históricas como George Washington en los billetes de dólares estadounidenses, debería haber imágenes que tengan que ver con la educación y la innovación. El billete de dólar de mayor circulación en Singapur, por ejemplo, lleva la imagen de un maestro anónimo delante de sus estudiantes. Y en la parte inferior del billete de $2 dólares de Singapur se puede leer la palabra “Educación”.

Si tiene que haber monumentos a figuras polémicas, hagamos lo lógico: en lugar de hacer campañas por derribarlas, pongámoslas al lado de otras que representen puntos de vista opuestos y más aceptables bajo nuestros cánones actuales. Es hora de que Robert E. Lee y “Che” Guevara compartan sus monumentos con otras figuras más socialmente aceptables hoy en día.