Johns Hopkins inaugura Centro Para Investigación de Alucinógenos

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Roland Griffiths (izq.) y Matthew Johnson (der.) Crédito: Johns Hopkins Medicine

•  Investigadores utilizarán alucinógenos para estudiar los mecanismos de la mente e identificar terapias para enfermedades como: las adicciones, el trastorno por estrés postraumático (TEPT) y la enfermedad de Alzheimer

Un grupo de donadores privados ha donado 17 millones de dólares para inaugurar el Centro para la Investigación de Alucinógenos y la Conciencia en Johns Hopkins Medicine, haciendo lo que se cree es el primer centro de investigación de su tipo en los EE.UU., y el mayor centro de investigación de esta índole, en el mundo. Ante la carencia de aportaciones federales imputadas a las investigaciones y las modalidades terapéuticas en personas, este nuevo centro dependerá de las donaciones anunciadas para hacer avanzar el campo emergente del uso de alucinógenos para nuevas opciones terapéuticas y de bienestar.

Los alucinógenos (drogas psicodélicas) son una clase de fármaco que produce estados alterados de conciencia durante el transcurso de varias horas. Mucho del trabajo pionero en Johns Hopkins se enfocó en el estudio de la psilocibina, el compuesto químico que contienen los llamados “hongos mágicos” (setas alucinógenas).

En el Centro de Investigación de Alucinógenos y la Conciencia, los investigadores harán hincapié en las maneras en que los alucinógenos afectan el comportamiento, las funciones del cerebro, el aprendizaje y la memoria, la biología del cerebro y el temperamento. Los estudios de psilocibina en pacientes ayudarán a determinar su efectividad como nuevo tratamiento para la drogodependencia de opiáceos, la enfermedad de Alzheimer, el trastorno por estrés postraumático (TEPT), el síndrome postratamiento de la enfermedad de Lyme (antes denominado enfermedad de Lyme crónica), la anorexia nerviosa y el alcoholismo en personas con depresión mayor. Con la medicina de precisión, los investigadores esperan poder crear tratamientos adaptados a las características y necesidades individuales de cada paciente.

“La fundación del centro representa una nueva era de investigación de las opciones terapéuticas y las funciones de la mente mediante el estudio de esta clase de compuestos farmacológicos tan únicos y notables”, comenta el doctor Roland Griffiths, director del centro y catedrático de etología humana en el Departamento de Psiquiatría, Etología Humana y Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “Como complemento de los estudios de las nuevas opciones terapéuticas, nuestro plan es investigar la creatividad y el bienestar emocional de voluntarios sanos, con lo cual esperamos abrir el camino hacia nuevas maneras de respaldar el florecimiento humano”.

“Johns Hopkins se ha comprometido firmemente a la exploración de tratamientos innovadores para nuestros pacientes”, explica Paul B. Rothman, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y director ejecutivo de Johns Hopkins Medicine. “Nuestros científicos han demostrado que las drogas alucinógenas tienen un verdadero potencial como medicamentos, y este nuevo centro nos ayudará a explorar ese potencial”.

El centro facilitará apoyo a un equipo de seis neurocientíficos, psicólogos experimentales y profesionales clínicos del cuerpo docente, con experiencia en el estudio científico de alucinógenos, al igual que a cinco investigadores científicos posdoctorales.

El Dr. James Potash, Profesor Henry Phipps y director del Departamento de Psiquiatría y Etología Humana dice: “Estoy muy entusiasmado con esta oportunidad magnífica que ha corrido a cargo de donantes privados progresistas. Este centro hará posible que el profesorado, sumamente talentoso, pueda enfocarse exhaustivamente en el estudio de las drogas alucinógenas, la rama científica que les apasiona, y al llamado hacia nuevos y prometedores horizontes”. Los costos operacionales del centro durante los primeros cinco años serán sufragados por la financiación privada de la Fundación Steven y Alexandra Cohen y cuatro otros filántropos: Tim Ferriss (autor e inversor de tecnología), Matt Mullenweg (cofundador de WordPress), Blake Mycoskie (fundador de TOMS, una marca de zapatos y accesorios) y Craig Nerenberg (inversor).

El cuerpo docente del centro también se dedicará a entrenar a estudiantes de posgrado y estudiantes de medicina que deseen estudiar carreras en el campo de la nueva ciencia de los psicodélicos, en la cual históricamente no han existido muchas avenidas para el desarrollo profesional.

En el 2000, el grupo de investigadores de alucinógenos de Johns Hopkins fue el primero en los Estados Unidos en conseguir aprobación reglamentaria para volver a iniciar las investigaciones de alucinógenos con voluntarios sanos que nunca antes los habían usado. Su publicación en el 2006, sobre la inocuidad y los efectos positivos duraderos de una dosis única de psilocibina, desencadenó la reanudación de las investigaciones con alucinógenos a nivel internacional.

Desde entonces, han publicado en revistas los estudios de más de 60 artículos examinados por homólogos. Sus investigaciones han comprobado los beneficios terapéuticos en personas que sufren ciertas condiciones médicas como el tabaquismo (adicción a la nicotina) y la depresión o ansiedad provocada por enfermedades potencialmente mortales, como el cáncer. Han allanado el camino para los estudios en curso del tratamiento del trastorno depresivo mayor. Además, han liderado en el campo con la publicación de directrices de seguridad que han ayudado a aprobar los estudios con alucinógenos en otras universidades alrededor del mundo, y han desarrollado nuevas maneras de medir experiencias místicas y emocionalmente difíciles cuando los voluntarios están bajo los efectos de los alucinógenos. Sus investigaciones también han explorado la relación recíproca que existe entre la psilocibina y la meditación.

Los resultados del equipo de investigadores, tanto con el potencial de uso de la psilocibina como con sus riesgos, ayudó a crear un rumbo a seguir para la posible aprobación médica y reclasificación de un fármaco de lista I de medicamento pautado, en la categoría con más restricción por las autoridades federales, hacia un nivel más adecuado. Durante la administración de Nixon, la psilocibina fue incluida en la lista I, pero los estudios de investigación durante la última década han demostrado que la psilocibina tiene un bajo nivel de toxicidad y bajo potencial de abuso.

“Este volumen de financiación deberá hacer posible un salto cuántico en la investigación centrada en los alucinógenos”, añade Potash. “Acelerará el proceso de determinar qué funciona y qué no”.