Ciudad de México, (EFE).- La carrera política en México arrecia a un mes de unas elecciones claves de gobernadores en seis estados, unos comicios que medirán la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, revelarán la fuerza de la oposición y pueden afianzar el control territorial del oficialismo.
Las encuestas coinciden en que el partido de López Obrador, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena, izquierda), aventaja en Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo, mientras que la alianza opositora Va por México retendría Aguascalientes y Durango, con contiendas más cerradas.
Si se confirma la tendencia, el joven partido del presidente pasaría de gobernar la mitad de los 32 estados, además de dos gobernados por aliados, a controlar cerca de dos terceras partes de las gobernaciones, de las que Morena solo tenía seis en 2018, cuando López Obrador asumió el poder.
Por ello, aunque se tiene “una lucha electoral competitiva”, sí hay un “marcado favor hacia el partido Morena”, expone a Efe el consultor político Edgar Ortiz Arellano.
“Cualquier estado de la República es de carácter relevante, siempre. Más bien el aspecto es de carácter simbólico, el hecho que Morena gane cada vez más mayores posiciones, es un síntoma de cómo este partido ha ido captando mayor número de seguidores”, detalla.
EL FACTOR LÓPEZ OBRADOR
Aunque los analistas enuncian dinámicas locales y temas de relevancia pública, en particular la inseguridad, la economía y la inflación, coinciden en que el factor principal será la popularidad del presidente.
“Los procesos electorales no son de Morena, es el proceso electoral de López Obrador, como primer gran elector, que está preparando desde ya su sucesión electoral. ¿Esto marca la sucesión electoral? Sí, por supuesto”, expresa Ulises Corona, profesor de política de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El mandatario, quien dejará el poder en 2024, conserva un nivel promedio de aprobación de 58 %, de acuerdo con el agregado de encuestas “Poll of Polls” de la consultora Oraculus.
Aunque al presidente le gusta presumir de una encuesta de la estadounidense Morning Consult, que sitúa su popularidad en 71 %, solo por debajo del primer ministro de India, Narendra Modi.
“Ofrezco disculpa a los voceros del conservadurismo, les voy a presumir, todo porque es un homenaje al pueblo de México, al grado de conciencia de nuestro pueblo, a la inteligencia de nuestro pueblo, nuestro pueblo es sabio”, declaró la semana pasada al mostrar la encuesta en una de sus conferencias.
Pero en los sondeos nacionales López Obrador está en los niveles más bajos de aprobación de su mandato, que estos meses ha sorteado golpes como el escándalo de la casa en Houston en la que vivió su hijo José Ramón y el fracaso en el Congreso de su emblemática reforma eléctrica.
Por ello, “el presidente de la república con esto se juega su legitimidad”, opina el profesor Corona.
“El presidente ha perdido mucha capacidad de gobierno, gobernabilidad. El presidente se juega su permanencia en términos de gobernabilidad”, indica el académico.
LA OPOSICIÓN: SU SUPERVIVIENCIA
La elección podría dar un golpe letal a los partidos tradicionales de oposición, el derechista Acción Nacional (PAN), el exhegemónico Revolucionario Institucional (PRI) y el centroizquierdista de la Revolución Democrática (PRD).
Estos partidos ahora gobiernan más de un tercio, 12, de las gubernaturas, pero ahora están en riesgo sus bastiones, como Hidalgo del PRI, y Aguascalientes y Durango, del PAN.
“El hecho que bastiones que son propios de la oposición sean arrebatados y ganados por Morena dejaría en una muy mala posición mediática a la oposición, que tendría que hacer una reconfiguración de sus estructuras partidistas con miras hacia el 2024”, considera Ortiz Arellano.
Y LA SUCESIÓN PREDIENCIAL
Los expertos también coinciden en que la elección se usará para anticipar la sucesión presidencial en 2024.
La jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el canciller Marcelo Ebrard, ambos señalados como posibles sucesores de López Obrador dentro de Morena, han participado en campañas en los estados para medir fuerzas.
En este contexto, Ortiz Arellano argumenta que más allá de las dinámicas locales, los candidatos a gobernador en México suelen tener plataformas políticas similares, por lo que importa más el perfil, el partido, y en este caso la imagen del presidente.
“Independientemente de lo que pudiesen reflejar los liderazgos locales, me parece que más que ser una elección que pueda cambiar el rumbo político del país, o incluso de los estados, más bien tiene que ver con un carácter de índole simbólico”, concluye.