La falacia de una intervención de EEUU en Venezuela

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Andres Oppenheimer
Andres Oppenheimer

Por Andrés Oppenheimer

LIMA, Perú — Si uno habla con presidentes y altos funcionarios latinoamericanos, como lo hice en días recientes, es difícil no concluir que la reciente declaración del presidente Trump de que no descarta una intervención militar estadounidense en Venezuela fue una estupidez monumental.

El comentario de Trump ha sido un regalo propagandístico para el gobernante venezolano Nicolás Maduro: le ha permitido cambiar el eje de la conversación en América Latina de la ruptura del orden democrático en Venezuela hacia la posibilidad de una intervención militar estadounidense en su país.

Viendo la televisión en Perú y Argentina en días recientes, me sorprendió ver el impacto del anuncio de Trump del 11 de agosto de que “no descarto una opción militar” en Venezuela. Los medios de comunicación, que hasta hace poco sólo hablaban de la ruptura del orden constitucional en Venezuela, ahora están hablando de la historia de las intervenciones estadounidenses en América Latina.

Y Maduro está aprovechando esto al máximo: ahora hace sus discursos públicos frente a una enorme pancarta que dice: “¡Fuera Trump de América Latina!”.

Días antes de que Trump hiciera su declaración, el propio asesor de Seguridad Nacional de EEUU, el general HR McMaster, había dicho en una entrevista con MSNBC que no ve probable una intervención militar estadounidense en Venezuela. La “opción militar” de Trump ha sido rechazada por la alianza opositora MUD de Venezuela y por México, Brasil, Argentina y prácticamente todos los países de la región.

Incluso el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, uno de los críticos más duros de Maduro, dice que hablar de una potencial invasión estadounidense no es realista, y es arriesgado.

Cuando le pregunté en una entrevista en su despacho el 14 de agosto cuáles son las posibilidades de una intervención militar estadounidense en Venezuela, Kuczynski me dijo: “Nulas”.

Escuché con atención, porque el presidente peruano conoce al gobierno de Trump mejor que muchos. Kuczynski, un ex banquero de Wall Street que habla inglés sin acento, fue el primer presidente de América Latina que visitó a Trump en la Casa Blanca, y ha hablado con él varias veces desde entonces.

“Creo que hay que descartar la opción militar”, me dijo el presidente peruano. “Primero, porque no va a funcionar. Segundo, porque es algo que va a fortalecer al presidente Maduro y al círculo que lo acompaña”.

“Además, es muy riesgoso”, me dijo, agregando que a diferencia de Granada o Panamá, donde Estados Unidos ha intervenido en el pasado, Venezuela es un país mucho más grande, con fuerzas armadas mucho más grandes.

De hecho, los comentarios de Trump ya han hecho un daño mucho mayor que desviar la atención de la ruptura del orden democrático en Venezuela.

También han fracturado el frente diplomático de América Latina, que estaba poniendo presión creciente sobre Maduro para restaurar la democracia. Altos diplomáticos peruanos me dijeron que el grupo de una docena de países latinoamericanos que se habían reunido en el Perú a principios de agosto para discutir la crisis venezolana ahora están divididos sobre si avanzar con sanciones diplomáticas, porque varios países son reacios a hacerlo en medio de la amenaza de una intervención estadounidense.

Además, las declaraciones de Trump pueden haber contribuido a desinflar las protestas callejeras en Venezuela. Algunos opositores al régimen que han sido llevados a creer en una invasión estadounidense ahora están en sus casas, esperando una intervención militar que muy probablemente nunca se materialice.

Muchos venezolanos que están depositando sus esperanzas en la “opción militar” de Trump sostienen que la mayoría de los venezolanos aplaudirían una invasión militar estadounidense.

Probablemente sea cierto, pero ese no es el punto. El punto es que, ya estemos a favor o en contra de una invasión estadounidense, y yo estoy en contra, es poco realista pensar que esta ocurrirá.

Yo dudo seriamente que Estados Unidos, que enfrenta desafíos militares mucho mayores en Corea del Norte e Irán, abra un frente militar en Sudamérica con una guerra que consumiría buena parte de las energías de sus fuerzas armadas. No es probable que eso ocurra, y la última bravuconada de Trump no hará más que darle oxígeno a la dictadura de Maduro.