“La depresión es la incapacidad de construir un futuro.”
Rollo May
INTRODUCCIÓN
En los últimos años, los responsables de políticas públicas han buscado explicaciones ante la crisis de salud mental entre los jóvenes. Antes incluso de la pandemia, las tasas de intentos de suicidio y hospitalizaciones psiquiátricas ya estaban en aumento. Luego, las tasas de ansiedad y depresión se duplicaron a nivel mundial. ¿Por qué ocurre esto? Aunque los niveles de interés varían notablemente de nación a nación debido a la economía, la cultura, niveles de educación, valores familiares y otras condiciones, este artículo revisa las razones principales que se reconocen como detonadoras, instigadoras y promotoras de este flagelo entre niños y jóvenes. Pone énfasis este artículo en una nueva teoría la Inflación de Prevalencia: Un nuevo enfoque sobre la crisis de salud mental en los jóvenes.
DEFINICIÓN DE SALUD MENTAL
La salud mental en niños y jóvenes se refiere al bienestar emocional, psicológico y social que permite a los individuos desarrollarse de manera saludable, manejar el estrés normal de la vida, aprender de manera efectiva y contribuir a su comunidad. Es crucial para ayudarles a construir habilidades sociales, de conducta y cognitivas.
EJEMPLOS DE PATOLOGÍAS
Algunas de las patologías más frecuentes en niños y jóvenes son:
Trastornos de ansiedad: Incluyen trastornos de ansiedad generalizada, trastorno de pánico y fobias específicas. Los niños pueden experimentar miedo excesivo a situaciones que no presentan un peligro real.
Trastornos del estado de ánimo: Como la depresión y el trastorno bipolar, que afectan cómo se siente el niño, su nivel de energía, y cómo percibe la realidad.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH o por sus siglas en inglés ADHD): Caracterizado por problemas de atención, hiperactividad y comportamientos impulsivos.
Trastornos de conducta: Incluyen comportamientos como la agresión hacia personas o animales, destrucción de propiedad, y mentiras o robos.
Trastornos del espectro autista (TEA): Afectan la comunicación y el comportamiento, resultando en dificultades en la interacción social y en patrones de comportamiento restringidos y repetitivos.
Estos trastornos pueden tener un impacto significativo en el rendimiento escolar, las relaciones y el desarrollo general del niño o joven. La detección temprana y la intervención adecuada son claves para ayudar a manejar y tratar estos problemas de salud mental.
ALGUNAS RAZONES DE LOS PROBLEMAS DE SALUD MENTAL
Todos apuntan a la pandemia como un parteaguas de la mala salud mental de todo ser humano; sin embargo, en el caso de los jóvenes, desde antes de la pandemia, las cifras ya apuntaban a un grave problema. Especialistas concuerdan que se trata de cuatro fuentes de razones: 1) TECNOLOGÍA, el tiempo que se usa sin supervisión de padres y las fatídicas redes sociales con sus rampantes provocaciones (bullying); 2) RAZONES SOCIALES, la inequidad social, injusticias económicas con sus consecuencias; y 3) PRESIONES ACADÉMICAS-ESCOLARES, presiones competitivas para sacar buenas calificaciones y aspirar a admisión a buenas universidades; o deportivamente ser seleccionados para los mejores equipos de los “high schools” o preparatorias. 4) PRENSA Y MEDIOS, con los malos ejemplos del cambio climático y trastornados infantes, jóvenes, o adultos matando inocentes, otras noticias de violencia como la guerra de Ucrania y la invasión de Israel a Gaza, el cruce de migrantes en las fronteras de Estados Unidos, Europa y México; sin eliminar películas y juegos de videos con abundante violencia.
UNA NUEVA TEORÍA: INFLACIÓN DE PREVALENCIA
Recuerdo que a mediados de la década de los 1960s y parte de la de 1970s, se puso de moda la educación sexual en las escuelas. Administradores y padres de familia terminaron desapareciéndola de los currículos y los programas, asegurando que en lugar de ayudar o prevenir actuaba la educación sexual como un detonador que incitaba a los alumnos a hacer más y más rápido lo que se debía hacer “a su tiempo.” Nunca hubo un estudio que nos iluminara en aquellas épocas. Simplemente la educación sexual desapareció.
Algo parecido pasa ahora con los programas de salud mental. Un grupo de investigadores en Gran Bretaña propone otra explicación, al menos parcial, para la prevalencia de los problemas de salud mental. Ellos piensan que se habla demasiado sobre los trastornos mentales. Esta hipótesis, conocida como “inflación de prevalencia”, sugiere que nuestra sociedad se ha saturado tanto de discusiones sobre salud mental que los jóvenes pueden interpretar el sufrimiento leve y transitorio que es completamente normal y se puede deber a muchas razones, como síntomas de un trastorno de salud mental, una especie de hipocondría colectiva entre los jóvenes.
Agregan los investigadores que identificarse con un diagnóstico psiquiátrico puede no ser beneficioso. Los estudios recientes han mostrado que los estudiantes que se etiquetan a sí mismos como ansiosos o deprimidos son más propensos que otros estudiantes a verse a sí mismos como impotentes frente al trastorno, respondiendo a menudo evitando situaciones estresantes como fiestas o hablar en público, lo que podría empeorar sus problemas.
Lucy Foulkes, una de las psicólogas detrás de la teoría de la inflación de prevalencia de la Universidad de Oxford, comenzó a cuestionar estas ideas en 2018, dice: “Parecía que cuanto más intentábamos crear conciencia sobre el problema, no mejoraba y, de hecho, sólo parecía empeorar.” Como en los 60s y 70s, querer ayudar a manejar las relaciones sexuales a través de cursos o programas curriculares se intuyó entonces que creaba más problemas de los que resolvía.
PROGRAMAS DE PREVENCIÓN EN LAS ESCUELAS SON NEGATIVOS
Los partidarios de esta teoría dicen que las escuelas al introducir programas que enseñan técnicas para prevenir problemas de salud mental en realidad, logran resultados opuestos. Estudios recientes parecen darles la razón, han encontrado efectos mediocres o negativos en estudiantes, especialmente en aquellos con síntomas más graves.
OPOSITORES
En contraposición, otros especialistas dicen que se necesitan más y mejores programas para que funcionen. Andrew Gerber argumenta que vale la pena tratar estas condiciones desde temprano en su progresión con medicación y terapia antes de que evolucione a algo peor.
OTROS PROBLEMAS
Muchos piensan, con buenas razones, que las políticas de salud mental, dentro de los programas de salud en general definitivamente no funcionan. Señales evidentes son ignoradas, las minorías tienen un estigma sobre la salud mental, y consecuentemente carecen de información sobre el tema y no saben cómo acceder a los limitados servicios que existen. Peor aún, cuando llegan a intentarlo se enfrentan con la ineficiencia del sistema para encontrar terapistas bilingües y biculturales que los apoyen en el momento que lo necesiten. Además, los financiamientos son limitados, y la lista sigue.
CONCLUSIÓN
Mientras que es complicado tener datos confiables de cada nación del mundo sobre los niños y jóvenes con alguna condición de salud mental, se calcula que el 20% de todos los niños en el mundo tienen una condición de salud mental identificada anualmente, mientras que el 40% de todos los niños al cumplir los 18 años sufrirán de mala salud mental, lo que nos lleva a concluir que la adolescencia es una edad crítica para detonarse los problemas de salud mental. Los hallazgos de la agencia encargada de estos datos muestran que a los niños que viven en la pobreza y a los niños pertenecientes a minorías les va peor que a sus pares en cuanto al acceso a la atención, los factores de riesgo identificables y la prevalencia de ciertas afecciones de salud mental.
Es triste que mientras que estas condiciones no sólo afectan a los niños y jóvenes sino a las familias enteras de éstos y a sus círculos más inmediatos, se sigan gastando cantidades inmorales en armas y se invierta en guerras e invasiones que sólo harán peor las condiciones mentales de niños y jóvenes, los mismos que serían adultos productivos y felices si tuvieran ayuda pertinente.