Todo indica que el nominado por el presidente electo Donald Trump para Secretario de Estado, el senador cubanoamericano Marco Rubio, prestará mucha atención a América Latina, especialmente a Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Pero puede que también tenga que lidiar con otros dos potenciales puntos de conflicto: Bolivia y Perú.
Una nueva encuesta de 17 países latinoamericanos muestra que Bolivia y Perú pueden ser las democracias más frágiles de América Latina.
La encuesta Latinobarómetro, que entrevistó a 19,214 personas en 17 países de la región, encontró que un sorprendente 90% de los bolivianos y peruanos dicen estar insatisfechos con la democracia.
Sólo el 10% de la gente en Bolivia y Perú dijo estar “muy satisfecha” o “satisfecha” con la democracia de su país, o con sus respectivos gobiernos.
En comparación, el 63% de los uruguayos, el 50% de los mexicanos, el 45% de los argentinos, el 39% de los chilenos y el 28% de los brasileños dijeron estar satisfechos con la democracia en sus respectivos países.
“Bolivia y Perú son terreno fértil para un líder populista o un dictador”, me dijo Marta Lagos, la encuestadora chilena que realizó el estudio regional. “Ambos países muestran un grave deterioro de las instituciones, hasta el punto de que los ciudadanos buscan desesperadamente soluciones a cualquier precio”.
No me sorprenden estos resultados. La economía de Bolivia está casi paralizada en medio de una lucha política entre el presidente izquierdista Luis Arce y su otrora mentor, el expresidente de extrema izquierda Evo Morales.
Ambos se disputan el liderazgo del partido Movimiento al Socialismo, y apoyan públicamente a las dictaduras de Venezuela, Cuba e Irán. Pero Morales, quien durante su presidencia de 2006 a 2019 cambió las leyes para permanecer en el poder más allá de su mandato constitucional, está tratando de postularse nuevamente a la presidencia en 2025.
El movimiento de cocaleros de Morales ha estado bloqueando carreteras para protestar contra un fallo del Tribunal Constitucional que prohíbe al expresidente postularse para un cuarto mandato.
Además, una fiscal presentó cargos por “trata de personas” contra Morales el 16 de diciembre por presuntamente haber tenido relaciones sexuales con una niña de 14 años cuando era presidente en 2015. La joven tuvo un hijo con Morales en 2016, según reportó la Agencia Boliviana de Información.
Mientras tanto, la crisis económica de Bolivia se sigue agravando. La inflación alcanzó casi el 10% en 2024, las reservas de divisas se han desplomado y hay crecientes cortes de electricidad y escasez de combustible, leche, pan y otros productos esenciales.
En Perú, a su vez, el caos político está frenando el crecimiento económico. Hay más de 60 candidatos presidenciales -sí, leyeron bien- para las elecciones de 2026.
El problema con tantos candidatos es que la mayoría son centristas, que se dividen los votos moderados entre ellos, y les permiten ganar a postulantes extremistas de derecha e izquierda que cuentan con partidos mejor organizados.
Eso fue lo que pasó en las elecciones de 2021, que ganó Pedro Castillo, un candidato de un partido marxista que desde entonces ha sido destituido constitucionalmente tras intentar disolver el Congreso.
Muchos de los partidos políticos que presentan candidatos en Perú son fachadas del narcotráfico u otras organizaciones ilegales que buscan beneficiarse de la confusión y tener una representación en el Congreso, dicen los analistas políticos.
Soy algo más optimista sobre Perú que sobre Bolivia, porque todos los presidentes peruanos recientes, tanto de derecha como de izquierda, han respetado la independencia del Banco Central.
El Banco Central de Perú está dirigido desde 2006 por Julio Velarde, un respetado economista que ha logrado mantener la estabilidad económica. Los economistas bromean diciendo que “Perú crece de noche, cuando los políticos duermen y Velarde trabaja”.
Otra razón para ser cautelosamente optimista sobre Perú es que el 72% de los peruanos cree que la economía de mercado es el “único sistema” que conduce al desarrollo económico. En comparación, sólo el 56% de los argentinos y el 62% de los mexicanos dicen estar de acuerdo con esa afirmación.
Sin embargo, la nueva encuesta de Latinobarómetro debería hacer sonar las alarmas sobre Bolivia y Perú. Si sólo el 10% por ciento de la población cree que la democracia está funcionando, puede ser una señal de que se vienen tiempos turbulentos.