Las madres de niños con autismo generalmente manifiestan no haber tomado suplementos de hierro durante el embarazo

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(SACRAMENTO, Calif.) — Un estudio realizado por investigadores del Instituto MIND de UC Davis reveló que existen menos probabilidades de que las madres de niños con autismo manifiesten haber tomado suplementos de hierro antes o durante sus embarazos en comparación con las madres de niños con un desarrollo normal.
Se asoció la baja ingesta de hierro a un riesgo cinco veces mayor de autismo en los niños de madres mayores de 35 años al momento del nacimiento o de madres que sufren de enfermedades metabólicas como obesidad, hipertensión o diabetes.
El estudio fue el primero en evaluar la relación entre la ingesta materna de hierro y tener un hijo con trastorno del espectro autista, afirmaron los autores. El estudio: “Maternal intake of supplemental iron and risk for autism spectrum disorders” (Ingesta materna de suplementos de hierro y riesgo de trastornos del espectro autista) aparece publicado en Internet en el American Journal of Epidemiology.
“La asociación entre una menor ingesta de hierro por parte de la madre y el aumento del riesgo de TEA alcanzó el pico mayor durante la lactancia materna, después del ajuste de la ingesta de ácido fólico”, afirmó Rebecca J. Schmidt, profesora adjunta del Departamento de Ciencias de la Salud Pública e investigadora asociada al Instituto MIND.
Los autores del estudio actual en 2011 fueron los primeros en informar asociaciones entre el suplemento de ácido fólico y la reducción del riesgo de trastorno del espectro autista, un hallazgo que luego se replicó en investigaciones de mayor envergadura.
“Además, el riesgo asociado a la baja ingesta materna de hierro fue mucho mayor en los casos en que la madre además tenía una edad más avanzada y problemas metabólicos durante el embarazo”.
El estudio se realizó en pares de madre-hijo que participaron del Estudio CHARGE (Northern California-based Childhood Autism Risks from Genetics and the Environment) del norte de California entre 2002 y 2009. Las participantes eran madres de niños con autismo y 346 madres de niños con desarrollo típico.
Los investigadores evaluaron la ingesta materna de hierro entre las participantes del estudio, incluidas vitaminas, otros suplementos nutricionales y los cereales en el desayuno durante los tres meses anteriores al embarazo hasta finalizado el embarazo y la lactancia materna. Se examinó la ingesta diaria de hierro por parte de la madre, la frecuencia, las dosis y las marcas de los suplementos que tomaron.
“La deficiencia de hierro, y su resultante anemia, es la deficiencia nutricional más común, en especial durante el embarazo, y afecta entre el 40 y el 50 por ciento de las mujeres y sus recién nacidos”, aseguró Schmidt. “El hierro es crucial para el desarrollo temprano del cerebro, contribuye con la producción de neurotransmisores, la mielinización y la función inmune. Estos tres procesos se han asociado al autismo”.
“La deficiencia de hierro es bastante común, y aún más común entre mujeres con problemas metabólicos”, afirmó Schmidt. “No obstante, queremos ser cautos y esperar hasta que este estudio se haya replicado”.
“Mientras tanto, el mensaje que debemos darles a las mujeres es que deben seguir las recomendaciones de sus médicos. Que tomen las vitaminas durante el embarazo, y tomen la dosis diaria recomendada. Si sufren algún efecto secundario, que hablen con el médico para saber cómo manejarlo”.
Los otros autores del estudio son Daniel J. Tancredi, Paula Krakowiak, Robin L. Hansen y Sally Ozonoff, todos de UC Davis.
El Estudio CHARGE cuenta con el respaldo de los Institutos Nacionales de Salud a través de las becas R01-ES015359, P01-11269 y 2K12HD05958-0; y becas R-829388 y R833292 del programa Science to Achieve Results (STAR) de la Agencia de Protección Ambiental de los EE. UU.; una beca del Instituto MIND de UC Davis.

En el Instituto de MIND de UC Davis, científicos reconocidos mundialmente realizan investigaciones para identificar mejores tratamientos, así como también las causas y curas para el autismo, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, el síndrome X frágil, el síndrome de Tourette y otras enfermedades de desarrollo neurológico. Los avances en neurociencia, biología molecular, genética, farmacología y ciencias de la conducta están llevando a un mejor entendimiento de la función cerebral.