México, (EFE).- Tras resistirse durante más de 40 días, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reconoció finalmente la victoria de Joe Biden en Estados Unidos, dando así por amortizada su amistad con Donald Trump, con quien ha mantenido una estrecha relación de cooperación incluso en período de transición de poderes.
Los 306 votos que el lunes recibió Biden del Colegio Electoral de Estados Unidos y que lo ratificaron como vencedor de las elecciones del 3 de noviembre pasado dejaron sin pretextos a López Obrador, quien había pedido esperar a que una autoridad electoral desahogara las acusaciones de fraude vertidas sin pruebas por Trump.
En su rueda de prensa matutina de este martes, el mexicano reveló que la noche del lunes, “una vez que terminó la sesión del consejo electoral de Estados Unidos y hubo una resolución que tomaron en favor del señor Biden”, envió una carta al demócrata ya como “presidente electo de los Estados Unidos de América”.
“Estimado señor Biden, le escribo este texto para felicitarlo por el triunfo que le otorgó el pueblo y que le han refrendado las autoridades electorales de Estados Unidos de América”, expresó en la misiva López Obrador, quien finalmente dio el paso, igual que hizo este martes el presidente ruso, Vladimir Putin.
“Estamos realmente contentos, la felicitación de un país siempre es bienvenida, no es indispensable ni obligatoria, pero siempre es bienvenida, sobre todo de un socio comercial como México”, dijo a Efe el representante del Partido Demócrata en México, Gricha Raether, quien descartó que la relación esté dañada.
UNA AMISTAD AMORTIZADA
El enroque del presidente en su postura, que convirtió a México durante más de un mes en uno de los pocos países que no felicitaban a Biden, no se explicaría sin la buena sintonía personal que han demostrado López Obrador y Trump.
López Obrador se había justificado hasta ahora por la doctrina Estrada, una política exterior histórica de México de no intervención en otros países, y empatizaba con Trump al recordar que en 2006 él también denunció un fraude electoral de Felipe Calderón que no fue escuchado por otros países.
Pero muchos vieron la doctrina Estrada como una excusa de López Obrador cuando se supo que el Gobierno de México negoció con la Administración Trump en pleno período de transición el levantamiento de los cargos por narcotráfico contra el general mexicano Salvador Cienfuegos, quien pudo regresar a México.
“Hasta el regreso de Cienfuegos había una cierta razón pragmática para detener la felicitación, pero ahora ya no había ninguna razón”, dijo a Efe Guadalupe González, experta en relaciones internacionales del Colegio de México.
Aunque el Congreso todavía tiene que ratificar en enero la victoria de Biden, quien asumirá el 20 de enero, el reconocimiento ya no podía esperar más. “Si no lo hacía, México habría estado un mes sin interlocutor al otro lado, ni con Biden ni con Trump”, opinó.
Además subrayó que este asunto “dividió de tajo al equipo de política exterior” mexicano.
La embajadora de México en Washington, Martha Bárcena, anunció precisamente este lunes su jubilación anticipada, un gesto que muchos atribuyen a su desacuerdo con el presidente.
UNA RELACIÓN MÁS INSTITUCIONAL
En su misiva, López Obrador, quien conoció a Biden hace nueve años cuando este era vicepresidente, expresó su voluntad de “mantener buenas relaciones bilaterales, fincadas en la colaboración, la amistad y el respeto”.
“A diferencia de Trump, que tiene un ego enorme, Biden será un presidente profesional y serio”, dijo el representante demócrata, quien descartó que haya malestar con López Obrador por el retraso en la felicitación y aseguró que el próximo mandatario buscará una “relación bilateral saludable”.
Tras cuatro años de un presidente estadounidense que gobernaba a golpe de tuit, México podrá restablecer los cauces diplomáticos habituales, sin tener que depender tanto de la relación personal de sus presidentes, opinan los expertos.
“Lo importante no es tanto el reconocimiento, eso ya no se hizo en el momento adecuado. Lo importante será la postura de México frente a una Administración muy profesional donde, a diferencia de la anterior, no hay esa empatía a nivel de presidentes”, opinó González.
LA MIGRACIÓN VUELVE AL CENTRO
Y a nadie le cabe la menor duda de que en el centro de esta relación estará, una vez más, la cooperación migratoria entre los dos países que comparten la frontera más larga del mundo.
Mientras que Trump llegó a amenazar a México con imponer aranceles si no frenaban las caravanas de migrantes centroamericanos, Biden ha ofrecido un plan para regularizar a millones de migrantes y suprimir el programa por el que los solicitantes de refugio en Estados Unidos tienen que esperar del lado mexicano de la frontera.
“Definitivamente, uno de los primeros movimientos que hará Biden será echar para atrás la política migratoria de Trump para determinar la situación de las familias que lo necesitan”, expresó Raether.
El mismo López Obrador reconoció esta posición en su carta a Biden, en la que aplaudió su “postura a favor de los migrantes” y lo emplazó a relanzar el plan para promover el desarrollo del sureste de México y de Centroamérica.
Que se acerquen posturas en migración, sin embargo, no frenará las previsibles tensiones en otros asuntos como el medioambiental, entre un Gobierno mexicano que impulsa los combustibles fósiles y una Administración Biden que apuesta decididamente por el combate a la crisis climática con John Kerry al frente.
“Absolutamente no tengo ninguna duda de que en el tema energético y ambiental se van a profundizar las diferencias”, opinó González.