Ni los temporales aguaron las fiestas de hinchas brasileños por clasificación

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Hinchas observan el partido de Brasil ante Serbia de la Copa del Mundo en un televisor colocado en un poste de luz hoy, en Manaos (Brasil). EFE/ Raphael Alves

Río de Janeiro, (EFE).- Ni los fuertes temporales que castigaron ciudades como Río de Janeiro y Sao Paulo justo a la hora del partido en que Brasil venció por 1-0 a Suiza aguaron las fiestas de los brasileños por la clasificación de la Canarinha a los octavos de final del Mundial de Qatar.
Totalmente emparamados, los aficionados, todo el tiempo concentrados en las pantallas de televisión, vibraron con cada remate de Vinícius Júnior, principalmente con el gol que le fue anulado, y armaron una verdadera fiesta, animada por grupos musicales, cuando Casemiro anotó el gol de la victoria faltando pocos minutos para el final.
Los aguaceros no tenían cómo impedir una fiesta que ya parecía garantizada en un festivo prolongado, ya que escuelas y universidades no funcionaron y muchas empresas y comercios optaron por mantener sus puertas cerradas este día o por enviar a sus empleados a casa antes del mediodía.
Los Fan Fest con gigantescas pantallas de televisión montados por la FIFA en Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos mayores ciudades de Brasil, se llenaron a primera hora de aficionados ávidos por celebrar y que no perdieron el ánimo ni cuando el cielo se oscureció repentinamente poco después de comenzar el partido y una fuerte lluvia llegó a inundar los lugares de festejo.
En Río de Janeiro, que a mediodía registraba un sol canicular y temperaturas superiores a los 30 grados centígrados, los hinchas acudieron de trajes de baño, algunos disfrazados, al fan fest montado por la FIFA en las famosas arenas de la playa de Copacabana.
La lluvia no desanimó a los más entusiasmados y obligó a algunos a protegerse con sombrillas de playa y plásticos, pero expulsó a pocos de la fiesta.
Lo mismo ocurrió frente a la gigantesca pantalla montada en el Bafo de Prainha, una plaza en la zona portuaria de Río de Janeiro y contigua al reducto de sambistas de Pedra do Sal, en donde los aficionados, incluso los que portaban instrumentos musicales, buscaron resguardo de la lluvia pero no abandonaron la fiesta.
El temporal en Río de Janeiro fue tan fuerte que la municipalidad tuvo que declarar el estado de movilización por la posibilidad de deslizamientos de tierras e inundaciones, principalmente en algunas áreas en que cayó granizo.
Pero la lluvia, aunque no tan fuerte, también sorprendió en medio del partido a los cerca de 25.000 aficionados que acudieron al Fan Fest de la FIFA en el Vale do Anhangabaú, en el centro de Sao Paulo, a presenciar el partido en una gigantesca pantalla de mil pulgadas, la mayor disponible en Brasil.
Pese a que las lluvias también cayeron en medio del partido a otros estados como Santa Catarina y Bahía, en donde dejaron incluso desalojados, no amenazaron las fiestas montadas en ciudades como Recife y Salvador.
La mayor atracción en la fiesta montada en el Cais da Alcántara, en el centro de la ciudad de Recife, fue el estudiante Kléber Henrique Souza, de 12 años y que se ha convertido en toda una celebridad por su parecido físico con Richarlison, el nuevo ídolo de la afición brasileña.
Tras los dos goles que anotó en la victoria sobre Serbia, uno de los cuales considerado como el más bonito hasta ahora del Mundial, y ante la lesión de Neymar, Richarlison se convirtió en la gran esperanza en Brasil, por lo que los aficionados reproducen su famoso baile en el que imita un palomo común en todas las concentraciones de público.
Otra fiesta, aunque en el elegante y cubierto auditorio del Centro Cultural del Banco do Brasil en Brasilia, la protagonizaron los miembros del equipo de transición del presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que nuevamente paralizaron sus actividades para asistir al partido por televisión.
La fiesta fue encabezada esta vez por el propio líder progresista, que llegó la víspera a Brasilia para dirigir negociaciones políticas, que volvió a vestir la camiseta verde y amarilla de la selección brasileña, pidiendo que no se la considere un símbolo del actual presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, al que derrotó en las urnas en octubre.
Carlos A. Moreno

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