Por Andrés Oppenheimer
¡Qué bueno! El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, ha venido a Miami para reunirse con altos funcionarios de Centroamérica y México en un inusual momento de atención a América Latina por parte del gobierno del presidente Trump. Ahora, hay varias cosas que debería hacer Tillerson para disipar la idea generalizada de que Trump no tiene más que desprecio por la región.
No será nada fácil para Tillerson cambiar esa percepción, considerando los insultos repetidos de Trump a los latinoamericanos.
En febrero, Trump calificó a los indocumentados mexicanos de “bad hombres” en una conversación con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto que fue filtrada a la prensa. Durante la campaña, Trump dijo que la mayoría de los 5.7 millones de inmigrantes indocumentados mexicanos son “violadores” y “criminales”.
Además, Trump sigue prometiendo construir un muro en la frontera sur, y se retiró del Acuerdo de Asociación Transpacífica, el acuerdo comercial de Estados Unidos que incluía a México, Perú, Chile y varios países asiáticos.
Lo primero que debería hacer Tillerson es hacerse visible. Hasta ahora, él ha sido el hombre invisible. Rara vez da entrevistas, mucho menos a periodistas latinoamericanos, y ha estado prácticamente ausente de América Latina.
Ha realizado 14 viajes al extranjero como Secretario de Estado hasta el momento, incluyendo a Italia, Arabia Saudita, Israel, Reino Unido, Turquía, Bélgica, Japón, Corea, China y Alemania, pero sólo uno a un país latinoamericano, México.
Para peor, hay una creencia generalizada en muchas capitales de que Tillerson tiene poco poder en Washington. Muchos líderes extranjeros se ponen en contacto con Trump a través de los hijos del presidente y su yerno, Jared Kushner, en lugar del Departamento de Estado.
Tillerson ha estado ausente de importantes reuniones hemisféricas, como el encuentro de cancilleres de la Organización de Estados Americanos el 31 de mayo para discutir la crisis en Venezuela. Esa reunión no produjo una resolución contundente contra el régimen de Venezuela por la resistencia de varias islas del Caribe.
“Venezuela es la crisis más grave que enfrenta la región, y realmente hace falta mucha presión diplomática de alto nivel de Estados Unidos”, dice Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano en Washington, DC. “Creo que eso no ha estado sucediendo”.
Si Tillerson hubiera asistido a esa reunión, quizás pudiera haber influido para que los países del Caribe apoyaran la resolución de la OEA. El Departamento de Estado anunció que Tillerson no asistiría a la reunión anual de cancilleres de la OEA en Cancún, México, del 19 al 20 de junio.
En segundo lugar, Tillerson debería nombrar cuanto antes a los encargados de asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado, cuyos puestos aún están en manos de funcionarios interinos.
Ya sea por desorganización o ineptitud, el gobierno de Trump no ha nombrado aún a los jefes del Departamento de Estado de la mayoría de las regiones. En las Américas todavía no ha nombrado al subsecretario de Estado para asuntos hemisféricos, ni al embajador ante la OEA, ni, entre varios otros, a los embajadores en Argentina y Canadá.
En tercer lugar, Tillerson debe poner en marcha una agenda positiva para América Latina para demostrar que Estados Unidos no sólo está pensando en construir un muro, perseguir a inmigrantes indocumentados y desmantelar acuerdos comerciales. Trump le ha pedido a Tillerson que reduzca el presupuesto del Departamento de Estado y la ayuda externa en un 32 por ciento, pero todavía hay cosas que podría hacer.
Tillerson podría ejercer presión dentro del gobierno de Trump para mantener fondos de ayuda clave para la capacitación de jueces y programas anticorrupción en América Latina. Y podría promover programas educativos y de intercambio cultural, como el plan para llegar a 100,000 intercambios estudiantiles por año en la región, que requieren principalmente fondos privados. Esos programas funcionan cuando hay voluntad política y son promovidos por el propio presidente.
Mi opinión: Aunque ninguna administración reciente de Estados Unidos le ha prestado mucha atención a América Latina, Trump ha hecho más que ignorar la región: la ha insultado repetidamente. Es hora de que Tillerson y sus pares en el gabinete le propongan a su jefe que haga algo constructivo con América Latina.