Para La Red Hispana
Si algo caracteriza al experimento social llamado Los Estados Unidos de América es la noción de que la educación es el gran antídoto contra la inequidad y la desigualdad.
No importa si provenimos de orígenes humildes o remotos, ni el color de nuestra piel, la educación es nuestra mejor oportunidad para la movilidad social y económica.
La educación es pues el rasero de una sociedad meritocrática, y no una basada en los privilegios: la idea de que con habilidades y talento tienes la posibilidad real de avanzar.
Por supuesto no es un sistema perfecto. Los niños de las familias o las regiones más pobres del país tendrán más dificultades que otros porque existen factores como la nutrición, la calidad de su educación, su acceso médico, etcétera. Es un fenómeno universal.
Pero más allá de esas diferencias, una nueva encuesta arroja serias preocupaciones de cómo las nuevas generaciones parecen estar perdiéndole el aprecio a la educación en general y en particular a la educación universitaria.
El sondeo Gallup muestra que la confianza de los estadounidenses en la educación superior ha caído al 36%, muy por debajo de dos lecturas anteriores en 2015, cuando era del 57 % y 2018, cuando se encontraba 48%. Si la encuesta es correcta, se trata de un descenso de 21 puntos porcentuales en sólo ocho años. Es una tendencia que debería preocuparnos a todos.
No es sorpresivo que la caída más pronunciada en el valor de la educación superior corresponde a los estadounidenses sin título universitario, con un descenso de 25 puntos porcentuales en apenas 8 años. Pero sí lo es que el segundo descenso más agudo tuvo lugar entre personas con estudios de posgrado (maestrías o doctorados) por 17 puntos porcentuales.
La reveladora encuesta muestra además qué más mujeres que hombres están perdiendo confianza en la educación superior e incluso más jóvenes entre 18 y 34 años tienen ligeramente menos confianza que aquellos entre 35 y 54 años.
También se están engrosando las filas de aquellos que tienen muy poca confianza en la educación universitaria, que ha pasado del 9% el 2015 al 15% 2018 y actualmente se encuentra en un nuevo récord de 22%.
Si consideramos que la educación superior es particularmente importante para personas que provienen de familias de los más bajos ingresos, toda vez que representa su mejor oportunidad de ascender en la escala económica, la cifra sugiere que se está perdiendo confianza en la educación como el gran ecualizador social.
La situación todavía es peor para las nuevas generaciones de las minorías de color, si consideramos que la decisión de la suprema corte de justicia de prohibir la acción afirmativa en las admisiones universitarias, podría tener el efecto de dejar fuera de la educación superior a un número significativo de estudiantes latinos o afroamericanos.
Es una realidad que me golpeó a mi cuando asistí hace poco a una graduación de niños de pre-Kínder. Cada uno de ellos escribió lo que deseaban ser de adultos. Varios querían ser doctores, pero muchos más anhelaban ser chefs, bomberos y una nueva profesión: Personalidad de YouTube.
Estoy seguro que, para muchos estudiantes de “high school”, el cada vez más alto costo de la educación superior pesa en su decisión sobre si proseguir sus estudios. Pero difícilmente es una consideración para un niño de 5 años. Nos corresponde a todos evitar que se pierda el aprecio a la educación. Es nuestra única garantía de progreso, movilidad y dignidad.