Cuando los jefes de estado del grupo G20 de las mayores economías del mundo se reunieron recientemente en Nueva Delhi, India, el gran titular al finalizar la reunión fue que invitaron a la Unión Africana, de 55 países, a ser un miembro permanente de dicha agrupación.
La gran pregunta es por qué invitaron a África y no a América Latina.
No es una pregunta trivial. Ser parte del G20 le dará a los países africanos una mayor voz en la toma de decisiones globales, mientras que los países latinoamericanos no tendrán ese privilegio como grupo.
Aunque México, Brasil y Argentina forman parte del G20, ninguno de los muchos grupos latinoamericanos -incluyendo la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)- tendrá un asiento en la mesa del G20.
La membresía permanente de la Unión Africana en el G20 “significa que ha sido reconocida como un actor clave en el panorama económico mundial”, dijo el presidente de Zambia, Hakainde Hichilema, en X, anteriormente llamada Twitter.
Muchos diplomáticos explican la decisión del G20 diciendo que África es el continente de más rápido crecimiento y con la población más joven del mundo. África tiene 1,400 millones de habitantes, más del doble de la población de América Latina.
También cuenta con enormes recursos naturales, incluidos minerales de tierras raras fundamentales para la producción de energías verdes.
Además, África tiene un acuerdo de libre comercio continental, el Área de Libre Comercio Continental de África, mientras que América Latina sólo tiene acuerdos de libre comercio subregionales.
Pero una mejor explicación es que el jefe de estado de India, Narendra Modi, que presidió la cumbre del G20 el 10 de septiembre en Nueva Delhi, impulsó activamente la decisión de invitar a la Unión Africana a formar parte del G20, y Estados Unidos aceptó la idea.
“Para unirse a cualquier foro internacional, un país o grupo regional necesita un padrino”, me dijo John Feeley, ex embajador de Estados Unidos y director del Centro para la Integridad de los Medios con sede en Washington. “El anfitrión del G20, India, impulsó la membresía de la Unión Africana.”
La otra cara de la moneda es que América Latina no tuvo ningún padrino de importancia. La razón más probable es que varios presidentes latinoamericanos irritaron tonta y gratuitamente a Estados Unidos durante la Cumbre de las Américas del año pasado en Los Ángeles.
En lugar de aprovechar la Cumbre de las Américas, que se celebra sólo una vez cada tres o cuatro años y es la única reunión en la que los líderes latinoamericanos pueden sentarse en grupo con el presidente de Estados Unidos para discutir oportunidades de comercio e inversión, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador boicoteó la reunión.
Dijo que México no participaría a menos que Cuba fuera invitada y pidió a otros países de la región que hicieran lo mismo.
Otros, como el presidente argentino Alberto Fernández, asistieron a la cumbre de Los Ángeles, pero se dedicaron a criticar a Estados Unidos por no invitar a Cuba.
En comparación, casi 50 líderes africanos asistieron felices de la vida a una cumbre similar de Estados Unidos y África organizada por Biden en Washington en diciembre.
Biden no había invitado a seis dictaduras africanas, pero eso no impidió que los líderes africanos vinieran a Washington y buscaran sacar el mayor provecho de la cumbre.
Aunque muchos países africanos tienen más vínculos económicos con China y Rusia que con Estados Unidos, aprovecharon la cumbre en Washington para buscar nuevas oportunidades comerciales y de inversión.
“No hubo ninguna campaña de los africanos para boicotear la Cumbre, como pasó con los latinoamericanas en la Cumbre de las Américas, y ninguna nación africana invitada condicionó su asistencia a que se invitara a países parios como Zimbabwe o Eritrea”, me dijo Feeley.
Además, aunque África tiene profundas divisiones políticas, muchos diplomáticos dicen que les resulta más fácil trabajar con la Unión Africana que con la OEA o la CELAC, me dijo el ex embajador de Estados Unidos y profesor de la American University, Earl A. Wayne.
Una vez más, el antiamericanismo miope de los presidentes populistas latinoamericanos le está costando caro a América Latina.
Deberían aprender del pragmatismo de los presidentes africanos, para que América Latina como región pueda tener una mayor voz en los grandes temas económicos globales.