En momentos en que el presidente Donald Trump y otros líderes populistas califican a los medios que no los adulan como “enemigos del pueblo”, vale la pena recordar que probablemente no estaríamos enfrentando la actual pandemia del coronavirus si China tuviese una prensa libre.
Esta cada vez es más claro que la dictadura de China suprimió la noticia del brote de coronavirus en la ciudad de Wuhan durante aproximadamente tres semanas antes de que el rumor comenzara a circular por las redes sociales el 30 de diciembre. Para entonces, miles de personas con el virus había viajado a otras partes de China, Italia y Estados Unidos.
Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Southampton muestra que si el régimen de China hubiera comenzado a tomar medidas de distanciamiento social tres semanas antes, el número de casos de coronavirus en China se hubiera reducido en 95%. Además, los países de todo el mundo habrían tenido más tiempo para prepararse.
Esto no es para justificar el intento de Trump de echarle toda la culpa por la crisis del coronavirus a China. El aumento de las muertes por el virus en Estados Unidos se debe también en gran medida al hecho de que Trump se quedó dormido durante dos meses antes de tomar las primeras medidas para combatir el virus.
Durante ese tiempo, Trump y sus acólitos de Fox News sugirieron que la crisis del coronavirus era una “farsa” supuestamente inventada por los demócratas para desacreditar al presidente. Trump recién reaccionó ante la crisis semanas después de que la mayoría de los medios que califica como “enemigos del pueblo” advirtieran sobre la pandemia, y después del colapso del mercado de valores a mediados de marzo.
Pero, dejando de lado a Trump, las cronologías de la pandemia compiladas separadamente por Axios.com y la oficina española de Reporteros sin Fronteras indican que la epidemia se pudo expandir debido a la censura del régimen chino.
El 10 de diciembre, un paciente fue ingresado en el Hospital Central de Wuhan con una infección rara en ambos pulmones. A partir del 12 de diciembre, llegaron más pacientes con los mismos síntomas a los hospitales de Wuhan, y los médicos descubrieron que algunos de los ingresados trabajaban en un mercado de animales exóticos.
El 27 de diciembre, los médicos informaron a los funcionarios de salud de Wuhan que un nuevo tipo de coronavirus estaba causando la enfermedad. El 30 de diciembre, Ai Fen, directora del Hospital Central de Wuhan, escribió en la red social WeChat sobre el nuevo virus y fue regañada por ello por las autoridades.
El 31 de diciembre, la Organización Mundial de la Salud se enteró sobre el nuevo virus en Wuhan. El 3 de enero, ocho médicos del Hospital Central de Wuhan fueron arrestados por “difundir rumores falsos”. En China, todas las noticias sobre epidemias deben ser aclaradas por el gobierno central.
El 11 de enero, los medios estatales chinos informaron sobre la primera muerte conocida por el nuevo virus en Wuhan. Para entonces, había pasado más de un mes desde que los primeros pacientes que informaban sobre el nuevo virus habían ingresado en los hospitales de Wuhan.
El brote en Wuhan de COVID-19 debería servir como un recordatorio de que los medios locales, al igual como los nacionales, son esenciales no sólo para preservar la democracia y combatir la corrupción, sino también para proteger la salud pública.
¡Cuánto mejor estaríamos hoy en todo el mundo si China tuviera una prensa libre, y los medios locales de la ciudad de Wuhan hubieran podido informar sobre el nuevo virus desde el principio! ¡Y cuánto peor estaría Estados Unidos si la prensa libre no hubiera alertado al público sobre la pandemia desde el principio, cuando Trump decía que “no estoy preocupado en absoluto” por la epidemia que crecía a pasos acelerados en China.
Entonces, la próxima vez que Trump, o los presidentes de Brasil o Filipinas, por nombrar algunos, arremetan contra los medios como “los enemigos del pueblo”, piensen en la pandemia del coronavirus. Sin una prensa libre, independiente y crítica, será difícil detener a tiempo las pandemias del futuro.