Es probable que la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, que ganó las elecciones del domingo por abrumadora mayoría, haga más para atraer inversiones nacionales y extranjeras que su mentor, el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, no hay muchos indicios de que Sheinbaum vaya a cambiar la actual política exterior mexicana de apoyo sin reservas a Cuba, Venezuela y otras dictaduras represivas de izquierda. Lo más probable es que Sheinbaum sea menos abiertamente hostil hacia el mundo empresarial, y al mismo tiempo abrace a las dictaduras de izquierda para apaciguar a su base partidaria en México.
En su discurso de victoria, Sheinbaum prometió continuar la política mexicana de “no intervención” en los asuntos internos de otros países. López Obrador invoca constantemente la “no intervención” como pretexto para oponerse a las sanciones diplomáticas contra Cuba, Venezuela o Rusia, a pesar de que interviene constantemente en los asuntos internos de Argentina, Ecuador y otros países liderados por presidentes de derecha y centro-derecha.
El dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, fue uno de los primeros y más entusiastas jefes de Estado en felicitar a Sheinbaum por su victoria. Maduro dijo después de hablar con ella por teléfono el 3 de junio que “estoy seguro de que vamos a seguir avanzando… en el camino de construirle a nuestro continente una alternativa a la derecha y al neoliberalismo”.
A diferencia de López Obrador, un abogado que no habla ningún idioma extranjero y detesta viajar al exterior, Sheinbaum tiene un doctorado en ingeniería ambiental, realizó trabajos de posgrado durante cinco años en California y tiene una hija y una hermana que viven en Estados Unidos.
Sheinbaum dijo en su discurso de victoria que su relación con Estados Unidos será “de amistad, respeto mutuo e igualdad”, que es casi lo mismo de lo que dijo López Obrador en su discurso de victoria electoral en 2018.
Horas antes, Sheinbaum había recibido a los ex-presidentes populistas Evo Morales de Bolivia y Alberto Fernández de Argentina. Durante el último debate presidencial, Sheinbaum había criticado tácitamente al ex-presidente mexicano Vicente Fox por presuntamente haberle faltado el respeto al fallecido dictador cubano Fidel Castro.
La bolsa mexicana cayó un 6 por ciento al día siguiente del triunfo de Sheinbaum por temores de que la nueva supermayoría del partido gobernante en el Congreso acelere el camino de México hacia el populismo autoritario. Sin embargo, algunos líderes empresariales esperan que la formación científica de Sheinbaum la haga ser más pragmática y menos ideologizada que el actual presidente.
Sheinbaum ha sugerido que promoverá a México como el destino ideal para el nearshoring, o la relocalización de fábricas de China a países más cercanos al mercado estadounidense.
Es cierto que muchos en México creen que Sheinbaum será una marioneta de López Obrador. El presidente saliente es muy popular y tiene un firme control sobre el partido gobernante Morena.
Más importante aún, López Obrador aprobó una ley por la cual los presidentes mexicanos pueden estar sujetos a una revocación de su mandato mediante un referéndum. Eso significa que, si Sheinbaum le da la espalda a López Obrador, éste podría pedirle a su partido que convoque un referéndum para sacarla del poder.
Lo más probable es que por ahora Sheinbaum busque construir su propia identidad política sin romper con López Obrador. Un ex asesor de la presidenta electa me dijo que, en reuniones privadas, ella estaba visiblemente molesta por las afirmaciones de la oposición de que ella será un títere de López Obrador.
Más adelante, es muy probable que Sheinbaum se distancie de López Obrador, no tanto por diferencias políticas, sino porque la presidenta —que tiene un carácter fuerte— no tolerará las constantes intromisiones de su antecesor en su gobierno. López Obrador ha prometido retirarse a su rancho en el sur de México, pero pocos creen que será un observador pasivo de la política mexicana.
Es demasiado temprano para saber cómo gobernará Sheinbaum, porque la presidenta electa siempre ha estado bajo la sombra de López Obrador. Si tuviera que apostar en base a lo que ella ha dicho hasta ahora, diría que será menos conflictiva que su antecesor en el plano interno, y casi igual de cómplice con los dictadores de izquierda en el plano externo.