A medida que se calientan los motores para las elecciones legislativas del 8 de noviembre en Estados Unidos, los legisladores republicanos cubanoamericanos de Florida que buscan su reelección intentan presentarse como campeones de la democracia. Sin embargo, no lo son.
En todo caso, son campeones de la hipocresía política.
Tomemos el caso de la congresista de Miami María Elvira Salazar, quien se postula para la reelección en el Distrito 27 de Miami contra la senadora estatal Anette Taddeo en una de las contiendas más disputadas del país. La mayoría de los encuestadores dicen que es probable que el Partido Republicano retome la Cámara, y quizás el Senado, en las elecciones de noviembre.
El sitio de internet del Partido Republicano en la Cámara describe a Salazar como una congresista “comprometida a actuar incansablemente en defensa de los derechos y libertades individuales” y “reconocida por su defensa de los derechos humanos y la democracia en todo el mundo, especialmente para los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua”.
Pero cuando se trata de defender la democracia en Estados Unidos, su país natal, Salazar brilla por su ausencia.
Al igual que sus compañeros de la Cámara de Representantes Carlos Giménez y Mario Díaz-Balart, Salazar cambia de tema cuando se le pregunta cuál es su posición sobre el apoyo del ex presidente Donald Trump a la sangrienta toma del Capitolio el 6 de enero de 2021, o sobre la falsa narrativa de que las elecciones de 2020 habrían sido fraudulentas.
Recordemos: el Colegio Electoral de Estados Unidos, la Corte Suprema (de mayoría conservadora), más de 60 tribunales, el ex vicepresidente de Trump, Mike Pence, el ex secretario de Justicia de Trump, Bill Barr, y otros altos funcionarios del propio gobierno de Trump concluyeron que el presidente Joe Biden ganó las elecciones. Caso cerrado.
Y, sin embargo, los congresistas republicanos de Miami han apoyado las mentiras de Trump. Díaz-Balart y Giménez votaron en contra de certificar los resultados de las elecciones de 2020 en Pennsylvania y Arizona. Salazar no votó ese día porque estaba con COVID-19, pero poco después repitió las mentiras de Trump sobre los resultados del estado de Pennsylvania en una entrevista con Radio Mambi.
En momentos en que Trump se perfila como uno de los principales precandidatos republicanos para las elecciones de 2024, estos legisladores actúan como si hubiera autócratas buenos y autócratas malos.
Hay una hipocresía similar en sus absurdas afirmaciones de que el presidente Joe Biden sería un “socialista”, y en sus posturas sobre inmigración y el Seguro Social, que son temas clave para sus electores hispanos.
Históricamente, los legisladores republicanos han apoyado a quienes huyen de los regímenes comunistas. Pero no he escuchado a estos legisladores republicanos quejarse mucho cuando el gobernador de Florida, Ron DeSantis, usó recientemente dinero de los contribuyentes para transportar inmigrantes venezolanos con falsos pretextos desde Texas a Massachusetts para ganar el aplauso de su base antiinmigrante.
Del mismo modo, Salazar y Giménez votaron junto con el 87% de los republicanos del Congreso para votar en contra de la gigantesca ley de infraestructura de $1.2 billones de Biden, que muchos de ellos denunciaron como “socialista”.
Pero poco después de que se aprobara esa ley, que es la mayor inversión en carreteras, puentes y energías limpias en más de una generación, los legisladores de Miami enviaron cartas a Biden pidiéndole fondos para sus distritos.
“¡No sabía que había tantos republicanos socialistas!”, Biden bromeó el 7 de octubre sobre estas cartas.
Por cierto, el Partido Demócrata tiene su propia cuota de hipócritas en el Congreso, que critican el intento de golpe de Estado de Trump pero no critican las dictaduras de Cuba o Venezuela. El año pasado, la congresista demócrata de Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, y la representante de Minnesota, Ilhan Omar, votaron en contra de una resolución de la Cámara que apoyaba a los manifestantes pacíficos cubanos que piden la democracia.
En suma, hay que aplaudir las denuncias de los legisladores republicanos sobre las tiranías de Cuba, Venezuela y Nicaragua, como así también a los legisladores demócratas como el senador Bob Menéndez que condenan esos regímenes.
Pero no se puede exigir la democracia en el extranjero y apoyar la autocracia en casa, que es exactamente lo que parecen estar haciendo estos legisladores republicanos de Miami.