Por Andrés Oppenheimer
Cuando escribí hace varios meses que las diatribas del presidente Trump contra los mexicanos, musulmanes y otros extranjeros dañarían a la industria del turismo estadounidense, muchos defensores de Trump me acusaron de formar parte de una supuesta conspiración mediática para desacreditar al mandatario estadounidense. Bueno, acaban de salir los datos oficiales, y efectivamente Trump está afectando el turismo.
Según el propio Departamento de Comercio del gobierno de Trump, el número de visitantes internacionales que llegaron a los Estados Unidos durante los primeros seis meses de este año disminuyó casi un 4 por ciento con respecto al mismo período del año pasado. Comparativamente, el turismo internacional a nivel global aumentó en un 4 por ciento durante el mismo período, según el World Travel & Tourism Council (WTTC) con sede en Londres.
Esta es una mala noticia para Estados Unidos. El turismo es la segunda industria de exportación más grande del país y respalda 15 millones de empleos, según la Asociación de Viajes de los Estados Unidos. Por cada 4 por ciento de disminución en los ingresos por turismo se pierden unos 344,000 empleos en Estados Unidos, dice el WTTC.
Las llegadas internacionales a Estados Unidos durante la primera mitad del año cayeron en un 30 por ciento desde los países de Medio Oriente, un 16 por ciento desde México, un 14 por ciento desde Centroamérica y Sudamérica, y casi un 2 por ciento desde Europa.
Miami fue la excepción a la regla. Las llegadas internacionales aumentaron un 4 por ciento en Miami y un 20 por ciento en Fort Lauderdale durante los primeros seis meses de este año, gracias a un aumento de vuelos al sur de la Florida desde Alemania, Argentina y otros países.
Cuando le pregunté a la presidenta de la WTTC, Gloria Guevara, cómo explica el declive del turismo extranjero hacia Estados Unidos, me dijo que es una combinación de factores, incluyendo “el sentimiento de no ser bienvenidos”, la prohibición de viajar del presidente Trump a personas de varios países de Medio Oriente y un dólar estadounidense relativamente fuerte.
Curiosamente, el turismo de mexicanos a Canadá ha aumentado en un 53 por ciento este año. Esto se debe a que, entre otras cosas, el gobierno canadiense a principios de este año levantó requisitos de visas para turistas mexicanos.
Mientras Trump promete construir un muro en la frontera, y ofende a casi todos los mexicanos diciendo que la mayoría de los casi 6 millones de indocumentados mexicanos son “criminales” y “violadores”, Canadá ha enviado un contundente mensaje de que los mexicanos son bienvenidos. ¡Qué diferencia!
Y los constantes comentarios de Trump contra los musulmanes, como cuando le dijo a CNN que “el Islam nos odia”, están haciendo que muchos turistas de países árabes vayan a Europa. El turismo a España y Portugal está alcanzando récords históricos, según muestran las cifras del WTTC.
Simultáneamente, el número de estudiantes internacionales en las universidades estadounidenses, alrededor de 1.1 millones, caerá un 7 por ciento en 2018, según estimaciones preliminares del Instituto de Educación Internacional (IIE). Eso es entre otras cosas porque “el ambiente social y político de EEUU hace que muchos no se sientan bienvenidos”, dice el informe del IIE.
La marca de país de EEUU está sufriendo bajo el primer presidente populista de Estados Unidos en mucho tiempo. Una encuesta del Centro de Investigación Pew encontró que sólo el 49 por ciento de los encuestados en 37 países tiene una visión positiva de Estados Unidos, frente al 64 por ciento al final del gobierno de Obama.
Me temo que ninguno de estos datos cambiará la manera de pensar de la mayoría de los seguidores de Trump. A juzgar por sus tweets y mensajes de Facebook anteriores, dirán que todo esto es una noticia falsa, como lo hacen con casi todo lo que no se ajusta a su narrativa.
Pero hay algunos republicanos moderados que votaron por Trump, y que quizás acepten el hecho de que no es bueno para Estados Unidos cuando cae el turismo extranjero. Si pudieran comunicarle a Trump que muestre más respeto por otros países y por otras razas, ayudarían a salvar cientos de miles de empleos en Estados Unidos.