El impacto de las mentiras migratorias de Trump

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Andres Oppenheimer
Andres Oppenheimer

Por Andrés Oppenheimer

La decisión del presidente Trump de deportar a más de 300,000 inmigrantes centroamericanos y caribeños creará estragos en algunos de los países más problemáticos de América Latina, como El Salvador, Honduras y Haití.

Es una política miope que, junto con la vergonzosa campaña de Trump para deportar a unos 700,000 “soñadores” o jóvenes traídos al país de niños por padres indocumentados, casi seguramente será contraproducente. La desestabilización de Centroamérica y Haití sólo producirá más inmigración ilegal, más tráfico de drogas y mayor violencia en la región.

Hasta los propios funcionarios del Departamento de Estado de Trump desaconsejaron en cables diplomáticos confidenciales el plan de Trump de deportar a más de 57,000 hondureños, 195,000 salvadoreños y 46,000 haitianos que disfrutaban del Estatus de Protección Temporal (TPS), según reveló The Washington Post.

La mayoría de los beneficiarios del TPS han estado viviendo en este país y pagando impuestos durante dos décadas, y tienen más de 270,000 niños nacidos en los Estados Unidos. Ahora serán separados de sus hijos y obligados a regresar a sus países de origen en los próximos 18 meses.

El senador Bob Menéndez (D-NJ), cuya oficina reveló la existencia de los cables del Departamento de Estado, me dijo vía e-mail que las deportaciones anunciadas por Trump “van en contra de nuestra seguridad nacional”. Aumentarán los problemas de seguridad y económicos de estos países, agregó.

Manuel Orozco, un experto en migración del Diálogo Interamericano, un centro de estudios basado en Washington D.C., me dijo desde El Salvador que estas deportaciones tendrán “un impacto devastador”.

Estos países ni siquiera pueden absorber el número de jóvenes que ingresan al mercado laboral actualmente, dijo Orozco. Según sus estimaciones, El Salvador y Honduras juntos crean empleos para sólo alrededor del diez por ciento de los 120,000 jóvenes que se incorporan a la fuerza de trabajo de ambos países cada año.

“Imagínate lo que pasará cuando vengan decenas de miles de deportados. Será una bomba atómica”, me dijo Orozco.

Además, El Salvador, Honduras y Haití dependen en gran medida de las remesas familiares de sus migrantes en los Estados Unidos. Si regresan grandes cantidades de migrantes, se reducirían significativamente los niveles actuales de remesas familiares.

¿Por qué Trump está haciendo todo esto? ¿Por qué está deportando a cientos de miles de inmigrantes en un momento en que la economía de Estados Unidos está funcionando bien, el desempleo está en un mínimo histórico y la inmigración ilegal está en un mínimo histórico?

La respuesta es simple: es populismo barato. Así como Trump habla constantemente de construir un muro en la frontera, las deportaciones masivas buscan complacer a su base de seguidores xenófobos, si no racistas.

Trump está engañando al mundo al afirmar, contrariamente a las estadísticas oficiales del gobierno de Estados Unidos, que hay una avalancha de inmigrantes. Esa es una aseveración totalmente engañosa.

Si bien en los últimos meses ha habido un aumento en la migración ilegal, el flujo de inmigrantes indocumentados está cerca de su mínimo histórico.

Las aprehensiones de inmigrantes indocumentados el año pasado sumaron 310,000, en comparación con 416,000 en 2016, 876,000 en 2007 y 1.7 millones en 2000, según cifras de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. ¿Dónde está la “invasión”?

Deportar a cientos de miles de inmigrantes a Centroamérica y Haití, y separarlos de sus hijos, no sólo es cruel, sino que empeorará las cosas.

En lugar de desestabilizar a los vecinos de Estados Unidos con afirmaciones falsas de una supuesta “invasión” de inmigrantes ilegales, Trump debería ampliar los acuerdos de libre comercio e inversión con Centroamérica y Haití, para promover el desarrollo económico en la región. Eso ayudaría a las economías de estos países a crecer, reducir la pobreza y la violencia, y disminuir la presión para emigrar de su gente.

Pero a Trump no le preocupa el impacto a largo plazo de sus políticas, incluso cuando sus propios expertos del Departamento de Estado le dicen que dañarán la seguridad nacional de Estados Unidos.

Como buen populista, Trump sólo piensa en el corto plazo, y en el aplauso de sus seguidores que detestan a los inmigrantes latinoamericanos. Es un error que hará aumentar la migración de indocumentados y el tráfico de drogas en los próximos años.