Buenos Aires, (Notimex).- El director técnico de River Plate, Marcelo Gallardo, mejor conocido como “El muñeco”, se consolidó como el nuevo héroe del fútbol argentino al conducir al equipo en la obtención de una Copa Libertadores que fue épica.
“Gallardo conquistó Madrid y quedó para siempre en la historia”, tituló Clarín al referirse a un entrenador que hoy ya es leyenda, mientras que para el portal Infobae “El muñeco” cumplió “el ciclo más exitoso en la historia de River” y para Perfil fue “el hombre que cambió la historia de River”.
Periodistas e hinchas no escatimaron elogios para este hombre de 42 años que deportivamente nació en las inferiores de River y que alzó la cuarta Copa Libertadores del club después de derrotar ni más ni menos que a su rival histórico, Boca Juniors, en el Santiago Bernabéu de Madrid.
Fue la final más larga, la más accidentada en la historia del torneo y de los dos clubes más importantes del fútbol argentino, pero el vencedor de la batalla fue el River de Gallardo.
Con este título, “El muñeco”, quien asumió la dirección técnica del equipo en 2014, ya empató con Ramón Díaz, el otro prócer rojiblanco, en número de copas, ya que acumula nueve títulos: tres locales y seis internacionales.
El más importante, sin duda, fue el de la víspera, ya que por primera vez en la historia Boca y River, los archirrivales, llegaron a una final de la Libertadores que se fue transformando en una historia digna de telenovela.
Para empezar, Gallardo ni siquiera pudo estar en el banco dirigiendo de manera directa a los jugadores debido a la dura sanción que le impuso la Conmebol por haber bajado al vestuario en el entretiempo de las semifinales de la Copa frente al brasileño Gremio, lo que tenía prohibido por un castigo previo.
En esas condiciones llegó el 10 de noviembre, el partido de ida de la final frente a Boca que terminó con un empate 2-2 en La Bombonera, lo que tiñó de más incertidumbre el último y decisivo partido que se jugaría el 24 de noviembre, con Gallardo también fuera de la cancha.
Pero ese día bastaron unos piedrazos al autobús de Boca en su camino al Estadio Monumental para que estallara un clima de violencia que retrasó el partido primero una hora, luego dos, para después pasarse de plano al otro día, aunque tampoco pudo jugarse.
Las interminables postergaciones concluyeron cuando la Conmebol, pese a los reclamos de River, que quería recuperar la final en su casa, decidió que el partido se jugaría a 10 mil kilómetros de distancia, en Madrid.
Hasta allá se fue Gallardo con sus muchachos, a quienes alentó desde un palco lateral porque la sanción en su contra seguía vigente, pero cuando se concretó el contundente 3-1 contra Boca, logró bajar al césped para cargar la Copa y alcanzar el ansiado desahogo.
“El muñeco” se coronó como un ídolo incuestionable de la familia riverplatense, ya que como jugador ganó seis campeonatos locales, una Copa Libertadores (1996) y una Supercopa Sudamericana (1997).
Ya como director técnico, obtuvo la Copa Sudamericana (2014) y rompió una sequía de 17 años sin títulos internacionales para el club de sus amores.
Luego vinieron la Copa Suruga Bank (2015), la Recopa Sudamericana (2015 y 2016), la Copa Libertadores (2015), la Copa Argentina en (2016 y 2017) y la Supercopa Argentina (2017) y una nueva Libertadores con sabor a más, simplemente porque se la arrebataron a Boca.