Filme “Niña sola” narra la violencia estructural de feminicidios en México

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Fotografía sin fecha especifica de toma, cortesía de Piano Distribución, que muestra un extracto del documental Niña Sola. EFE/ Piano Distribución SÓLO USO EDITORIAL/SÓLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Ciudad de México, (EFE).- La violenta historia de un feminicidio impactó tanto al cineasta mexicano Javier Ávila que, de dedicarse exclusivamente a la ficción, sintió la necesidad de hacer un documental sobre el tema y el resultado fue “Niña sola”.
En ese trabajo explora la violencia estructural que enfrentan las mujeres a partir de las voces de una madre y una hermana víctimas del machismo en México.
“No puede ser que no sepamos lo que está bien y lo que está mal”, reflexiona Ávila en entrevista con Efe y asegura que, aunque es hombre, tuvo sensibilidad al abordar el tema del feminicidio en el filme que estrena este viernes en salas mexicanas.
El aumento en los casos de feminicidio sucedidos en Tijuana durante el 2017 impactó mucho a Ávila. “Fue un golpe para toda la ciudad, se sentía el ambiente muy inseguro. A partir de eso, las mujeres que tenían familiares les pedían que las acompañarán”, recuerda el director.
Con poca información al respecto en los medios de comunicación locales, Javier se encontró con un reportaje que reunía diversos casos de violencia en algunas colonias de Tijuana, fue así como se encontró con el caso de Cintia, una joven de 19 años que había sido asesinada en 2016 por el novio de su madre.
En el documental, esta historia es narrada por dos mujeres, la madre de Cintia, Arcelia Verduzco, y su otra hija, Bertha Calderón.
Ambas, a partir del relato de sus propias vidas, ejemplifican cómo es que el machismo y la violencia de género se encuentran muy normalizados en la sociedad.
“Ellas contaban sus historias con tanta claridad, con las frases muy en la memoria, fue así como me interesó mucho contar la historia con ella, precisamente porque entendía que ahí estaba todo el ciclo de violencia y cómo esta trasciende generaciones y espacios”, asegura Javier.
Las voces de Arcelia y Bertha se escuchan, pero sus rostros dialogando nunca aparecen en escena.
Los paisajes dividen en su cotidianidad lo masculino de lo femenino: los niños juegan fútbol y las tiendas ofertan vestidos, mientras transitan personas anónimas con las que el espectador puede cuestionarse, cuántos de ellos serán víctimas y cuántos victimarios.
“Lo que me imaginaba era que cuando viéramos la película estas voces fueran como nuestra conciencia, como si las trajéramos ahí en la cabeza y con una cercanía que mostrara que en realidad están junto a nosotros”, cuenta Ávila.

PREJUICIOS Y UN CASO INCONCLUSO
Arcelia cuenta en entrevista con Efe que nunca se hubiera imaginado que tendría que atravesar por un dolor tan grande como el que ha tenido que enfrentar desde el asesinato de su hija.
Pero fue ese dolor el que la impulsó a alzar la voz para que las demás personas supieran la historia de su hija, pues perseguir la justicia en un país como México parece imposible.
“Mi único objetivo es que el documental llegue a la familia de esta persona, esa es la motivación más fuerte, que lleguen a verlo no uno, sino varios a ver si les crea un poquito de conciencia y piensan que ellos también tienen hijas y que les puede pasar lo mismo. Que los haga tener conciencia y lo denuncien y piensen que si ya lo hizo una vez lo puede volver a hacer”, afirma.
Aunque hay una carpeta de investigación al respecto, las autoridades le dicen a Arcelia que están esperando a que Omar, el presunto responsable, se descuide y puedan atraparlo, pero eso para Arcelia no es suficiente.
Ante la insensibilidad de las autoridades, de los medios de comunicación e incluso de la sociedad, la madre de Cintia encontró en el documental de Ávila un espacio para desahogarse, aunque confiesa que ha sido duro encontrarse con su testimonio y el de su hija.
“(En una función) Unas personas me apoyaron, pero otras me juzgaron. Uno que estaba sentado detrás mío dijo: ‘por eso les pasa lo que les pasa, por ser como son’, y en ese momento pensaba, ‘trágame tierra’”, recuerda Arcelia a quien le parece una grave error que la sociedad siga culpando a las víctimas.
Arcelia confiesa que ha no tenido oportunidad de hablar con su hija sobre lo sucedido, “no tengo el valor de ser juzgada por mis propios hijos”, dice, y aunque ha pasado por fuertes depresiones que la han dejado solo con ganas de dormir, ha intentado retomar las fuerzas para seguir adelante en su vida.
“El único mensaje que yo puedo dar es el de no quedarnos calladas y no permitir que se siga generando más violencia en este país”, finalizó.

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