Cihuatlán (México), (EFE).- Un humedal basado en la naturaleza, el primero en su tipo en América Latina, ofrece soluciones para el cuidado del agua y el medioambiente en Jalisco, estado del occidente de México.
“Las herramientas para crear el humedal son tecnología de punta y algunas basadas en la misma naturaleza”, expuso este jueves a Efe Jesús Lucatero Díaz, director de Asuntos Públicos, Comunicación y Sostenibilidad de Arca Continental México, empresa líder del proyecto, parte de la Industria Mexicana de Coca-Cola.
Este sistema es el primero de cuatro que habrá en el país, el segundo de ellos ya en marcha.
La intención es buscar alianzas, tanto con las autoridades locales como con las comunidades donde se encuentren para incidir en el cuidado del medioambiente y generar un impacto positivo que sume valor para todos.
“Para nosotros es importante encontrar aliados que empujen estos programas. Es el triángulo de oro, encontrar una asociación entre el Gobierno, la sociedad y las empresas”, expresó Lucatero Díaz.
“Y en este proyecto multiplicamos esfuerzos con el Gobierno de Jalisco y el Ayuntamiento de Cihuatlán, pero sin el compromiso de la comunidad, difícilmente se hubiera hecho realidad”, añadió.
UN PROCESO INNOVADOR
El humedal está ubicado en el poblado de Cihuatlán, en la costa sur de Jalisco, y trata de emular el proceso natural de un ecosistema de esta índole para asegurar la correcta limpieza y tratamiento de unos 3 millones de litros de agua del drenaje público, explicó el director de Ecología de dicho municipio, Mario Gómez Sánchez.
El funcionario agregó que el proceso replicado es similar a los servicios ambientales de cuerpos de agua naturales cercanos, como la Laguna de Barra de Navidad, considerado un humedal de importancia internacional y un sitio Ramsar, como se le llama bajo la Convención Internacional sobre Humedales.
Los residuos grises del drenaje del poblado son recogidos con bombas eléctricas; el único proceso que requiere energía, en una parte del humedal llamada “cárcamo de distribución”, donde pasan por un primer filtro percolador 50 litros de agua por segundo para separar los residuos sólidos de mayor tamaño.
El líquido pasa luego a una zona conocida como tanques Imhoff con seis metros de profundidad que separa espumas y gases, sedimenta el agua y funciona como digestor de los lodos.
Aquí el proceso se divide en dos: por una parte, los desechos orgánicos de las aguas grises van a los humidificadores, excavaciones que sirven para tratar los lodos biológicos en los que crece vegetación de carrizo.
La planta de tule es una aliada en este proceso que puede tardar años, pues ayuda a que el lodo no se compacte y permite a las bacterias descomponer la materia orgánica y separar los últimos residuos.
Por el otro lado, el agua libre de sólidos pesados llega al tanque clarificador, donde se hace una sedimentación de partículas mucho más finas.
A través de un cárcamo de bombeo, el agua pretratada llega a las fitodepuradoras, que son un sistema de distribución del agua pretratada y drenaje que recolecta el agua ya pasada por fitodepuración.
Están conectadas en serie para disminuir los agentes contaminantes en cada ciclo, hasta cumplir con la norma.
El sistema tiene debajo una red de mangueras que captan el agua limpia para llevarla a una cámara de rayos ultravioleta (UV).
Este último paso, antes de pasar a la cisterna de 10.000 litros en el vivero, permite eliminar cualquier patógeno que quede en el agua tras haber pasado por los distintos tratamientos previo.
“Es importante tratar el agua con la crisis de escasez y cambio climático, tener tecnologías que nos ayuden a limpiar el agua que tenemos ahí y lo hagan de una manera ecológica, ambientalmente correcta y que las comunidades se beneficien de ella”, consideró Lucatero Díaz.
UN APOYO COMUNITARIO
El agua tratada se usa en un vivero que el Ayuntamiento y Arca Continental habilitaron para ofrecer a la comunidad la posibilidad de participar en proyectos productivos y que en pocos meses de trabajo ha logrado hacer crecer 30 especies de plantas maderables, de ornato y comestibles.
Unos 3.000 metros cúbicos de agua tratada son utilizados en el riego del vivero, que hasta ahora ha dado trabajo a dos mujeres y dos hombres.
El sitio promete ser un espacio para comercializar plantas, ofrecer educación ambiental a niños y adultos y para producir plantas que se ocupan en la reforestación de espacios públicos.
Arcelia Sánchez es una de las mujeres que presta sus manos para este vivero.
Con un poco de intuición y mucho ánimo, Sánchez deja de lado sus actividades como ama de casa para dedicar tiempo a las plantas que fueron germinadas de semillas nativas y en unos meses serán vendidas a restaurantes, hoteles o al mismo Ayuntamiento para adornar o rehabilitar espacios públicos.
“Sin esta agua tratada tendríamos que tomarla de la tubería (para regar las plantas), es importante porque si no tuviera ese tratamiento estaría contaminando otros lugares, aquí en el vivero ayudamos a reutilizarla y generar un servicio”, relató.
En un corto tiempo la organización estará en condiciones de producir y comercializar hasta 50.000 plantas cada año para conseguir recursos que hagan viable el proyecto y permitir que los involucrados obtengan una remuneración.
“Es un ingreso para la comunidad, también es trabajo y una manera de generar ingresos económicos, empleo y sustento en el lugar que ellos viven”, señaló Lucatero Díaz.
“Para la Industria Mexicana de Coca-Cola, ver proyectos como este impulsar a las mujeres de las comunidades, es nuestra fuente de inspiración y cuya labor nos impulsa a seguir dando más”, añadió.
“Nuestro amor por las comunidades es claro como el agua, por ello nos hemos puesto como meta llevar agua limpia a más de un millón de mexicanos para 2030 y hacerlo a través de proyectos como este vivero, nos permite crear una red de compromiso tan grande, como nuestro amor por México”, concluyó.