La declaración del presidente Donald Trump de que podría imponer una prohibición de viajes a América Latina para evitar que los turistas latinoamericanos “infecten” a los estadounidenses con el COVID-19 es una monumental muestra de hipocresía política.
Oculta el hecho de que Estados Unidos lidera el mundo en número de muertes por coronavirus, y que el país tiene muchas más muertes per cápita por COVID-19 que cualquier país latinoamericano.
Cuando los periodistas le preguntaron el martes si está considerando una prohibición de viajar a América Latina, y a Brasil en particular, Trump dijo: “Lo estamos considerando”. Agregó: “No quiero que la gente venga aquí e infecte a nuestra gente. Tampoco quiero que la gente de allá esté enferma”.
Como lo hace casi a diario, Trump afirmó que el número récord de muertes en Estados Unidos se debe a un mayor número de tests de COVID-19 en este país. Pero, independientemente de las excusas de Trump por su respuesta tardía y errática a la crisis del coronavirus, estos son los datos duros:
Primero, Estados Unidos, con 4.2% de la población mundial, tiene más del 28% de las muertes de COVID-19 en el mundo, según el Centro de Recursos de Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins. Al momento de escribir este artículo, 91,845 de las 322,861 muertes de COVID-19 en el mundo han tenido lugar en Estados Unidos.
En segundo lugar, si medimos las muertes por COVID-19 como porcentaje de la población, algunos países, principalmente en Europa, tienen una tasa de mortalidad más alta que Estados Unidos. Pero Estados Unidos ocupa un lugar bien alto en la lista de muertes de COVID-19 en el mundo.
Mientras que Bélgica, Gran Bretaña, Francia, Italia y un puñado de otros países tienen una tasa de mortalidad por COVID-19 per cápita más alta que Estados Unidos, docenas de otros países tienen tasas de mortalidad mucho más bajas.(https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality.)
En Estados Unidos hay 27.6 muertes por COVID-19 por cada 100,000 habitantes. En comparación, hay 9.6 muertes por cada 100,000 personas en Alemania, 0.5 muertes en Corea del Sur y 0.4 muertes en Australia, según la base de datos de Johns Hopkins.
En tercer lugar, en América Latina, la región a la que Trump está considerando prohibir los viajes, ningún país se acerca a la tasa de mortalidad per cápita por la pandemia de Estados Unidos.
Ecuador tiene 16.4 muertes por coronavirus por 100,000 habitantes, mucho menos que Estados Unidos. Brasil, el país cuyo número de muertes está aumentando más rápidamente en la región, tiene 8 muertes por COVID-19 por cada 100,000 personas, según muestran las cifras de Johns Hopkins.
El número de muertes por coronavirus en México es de 4.2 por 100,000 personas, mientras que en Perú es de 8.7, en Colombia es de 1.2, y en Argentina es 0.9 muertes por el mismo número de habitantes.
No hay un solo país latinoamericano que se acerque a la tasa de mortalidad COVID-19 de Estados Unidos como porcentaje de su población.
Es cierto que algunos países como México podrían estar ocultando sus cifras reales de muertes por coronavirus. Pero incluso si México tuviera tres veces más muertes por coronavirus de las que reporta oficialmente, todavía tendría una tasa de mortalidad de coronavirus per cápita más baja que Estados Unidos.
Entonces, ¿por qué Trump amenaza con cerrar los viajes con América Latina? Probablemente lo esté haciendo para desviar la atención de su reacción tardía y confusa ante la crisis de la pandemia. Está buscando culpar a otros por sus errores, y de energizar a muchos de sus seguidores nacionalistas y xenófobos.
Si Trump realmente quiere recortar los viajes internacionales para evitar que los estadounidenses se “infesten”, debería haber recortado hace mucho tiempo los viajes a Bélgica, Gran Bretaña, Francia, Italia, España y otros países europeos con tasas de mortalidad de COVID-19 mucho más altas que Estados Unidos o América Latina.
Una prohibición de viajar a América Latina sería puro populismo demagógico, con velados matices racistas. Dañaría gravemente a ciudades como Miami, Orlando, Nueva York y a toda América Latina, y plantearía nuevas preguntas sobre por qué está tomando medidas contra Latinoamérica, en lugar de Europa.