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Saturday, November 23, 2024
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México y el petróleo, una absurda apuesta por el pasado

Hay varios gobiernos latinoamericanos que están haciendo cosas ridículas, pero una de las más absurdas es la apuesta por la industria petrolera que ha hecho el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en momentos en que casi todo el mundo se está moviendo hacia las energías limpias.

López Obrador, quien celebró su segundo aniversario de gobierno la semana pasada, prometió gastar más de $24,000 millones en el ineficiente monopolio estatal petrolero Pemex y sus refinerías, incluidos $8,000 millones en la refinería Dos Bocas en un manglar de su estado natal de Tabasco.

Mientras tanto, la mayoría de los grandes productores mundiales de petróleo han comenzado a reducir su dependencia petrolera, y es probable que la tendencia se acelere después de la toma de posesión el 20 de enero del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden.

Biden ha prometido reinsertar a Estados Unidos en el Acuerdo Climático de París en su primer día de gobierno, lo que revitalizaría el acuerdo para reducir las emisiones de combustibles fósiles. En otra señal de que el medio ambiente será una de sus máximas prioridades, Biden nombró al ex secretario de Estado, John Kerry, una de las figuras más influyentes del Partido Demócrata, como su enviado especial para el cambio climático, con un estatus ministerial.

La promesa de Biden de apoyar las energías solar y eólica está en línea con lo que está haciendo la mayor parte del mundo, a pesar del público desprecio del presidente saliente Donald Trump por la crisis climática.

Arabia Saudita está llevando a cabo un plan de desarrollo “Visión 2030” para reducir su dependencia de la producción de petróleo. Otros países petroleros del Golfo Pérsico, como los Emiratos Árabes Unidos, han anunciado planes parecidos.

Exxon Mobile, que hace sólo siete años era la empresa más grande de Estados Unidos, ha visto caer sus acciones a menos de la mitad. Un reciente estudio interno de Exxon Mobile revelado por el diario Wall Street Journal predice que los precios del petróleo seguirán deprimidos durante la próxima década, por las regulaciones ambientales y el creciente uso de autos eléctricos.

Pero nada de esto parece haber llegado a los oídos de López Obrador.

Un libro de próxima publicación sobre López Obrador del experto en petróleo mexicano Carlos Elizondo Mayer-Serra, titulado “Y mi palabra es ley”, describe la obsesión de López Obrador con la industria petrolera como un asunto “sentimental”.

Cuando llamé a Elizondo para preguntarle qué quiso decir con eso, señaló que López Obrador nació en el estado petrolero de Tabasco y tiene nostalgia por la era de oro del petróleo.

“Él mira al país con ojos de los años setentas, cuando la industria petrolera era la gran palanca de la riqueza fiscal del estado mexicano”, me dijo Elizondo. “En su lógica, hay que invertir en Pemex para volver a ser la gloria del pasado”.

El 24 de septiembre de 2019, López Obrador dijo: “No olvidemos lo que (John D.) Rockefeller solía decir: que el petróleo es el mejor negocio del mundo”. El problema es que los precios mundiales del crudo están en unos $41 por barril, muy por debajo de su máximo de casi $150 por barril en 2008.

Para peor, López Obrador está gastando una fortuna en refinerías de dudosa rentabilidad mientras recorta los presupuestos de educación, ciencia y tecnología, y se niega a dar fondos de emergencia para mantener a flote a empresas privadas durante la crisis del COVID-19. La economía de México caerá un 9% este año, según el Fondo Monetario Internacional.

En lugar de gastar una fortuna en aumentar la producción de combustibles fósiles, López Obrador debería invertir en computadoras escolares, hospitales, investigación y desarrollo para las industrias del futuro. Lo que está haciendo ahora es un disparate.

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