México, (Notimex).- A pesar de que a lo largo de la historia se ha estudiado el origen de la migraña aún se desconoce, pero se sabe que podría relacionarse con la vasodilatación craneal, es decir con el incremento del diámetro interno de los vasos sanguíneos.
El investigador del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Carlos Miguel Villalón Herrera, señaló que la vasodilatación “parece ser uno de los mecanismos más importantes en la fisiopatología de la migraña”.
“Ahora se sabe que la fisiopatología de la migraña involucra, entre otras alteraciones, bajas concentraciones plasmáticas de serotonina, la cual normalmente produce vasoconstricción craneal, o bien por altas concentraciones plasmáticas de CGRP (liberado de los nervios trigeminales)”, refirió.
En un comunicado, explicó que la migraña pertenece al grupo de las cefaleas primarias, es decir trastornos o síndromes de causas poco conocidas y que no resultan de otra enfermedad o traumatismo.
Abundó que la cefalea se define como un trastorno neurovascular caracterizado por un dolor de cabeza unilateral y palpitante, frecuentemente asociado a náusea, vómito, sensibilidad a la luz y al sonido, además de acompañarse con diarrea en algunas ocasiones.
Señaló que a pesar de ello la migraña no representa riesgo directo para la vida de quienes la padecen, pero por sus efectos sí disminuye su calidad, además de representar elevados costos tanto para el paciente como para la sociedad.
Villalón Herrera sostuvo que los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son los tratamientos más comunes y efectivos contra la migraña, sin embargo ya se estudian tratamientos con anticuerpos monoclonales novedosos que no producen efectos tóxicos y sólo se administran intravenosamente una vez cada 45 días en promedio.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la migraña afecta al 30 por ciento de las personas entre 18 y 65 años de edad que han sufrido una cefalea, aunque su mayor prevalencia se encuentra en adultos entre los 35 y 45 años; por cuestiones hormonales es tres veces más frecuente en mujeres que en hombres.