Estocolmo (Suecia), (EFE).- En un momento en que la sequía y las inundaciones se convierten en nueva normalidad, Henk Ovink, enviado de la ONU para asuntos de agua, recalca que los desastres naturales son una “radiografía” que expone problemas humanos de la que podemos aprender para resistir mejor la crisis climática.
Así lo asegura este especialista holandés, que asesoró al ex presidente estadounidense Barak Obama tras el impacto en 2012 del huracán Sandy, en entrevista con EFE en el marco de la World Water Week 2022 que acoge la capital sueca esta semana.
Ovink, que también trabajó en Perú tras las inundaciones de 2017, incide en que América Latina puede ejercer una “fuerza colectiva” para poner en la agenda la seguridad hídrica y, al mismo tiempo, “reprender la historia” que comparten sus comunidades, donde “el agua siempre fue y sigue siendo parte de la cultura sobre cómo desarrollar sus economías”.
En este sentido considera que, siendo la región especialmente vulnerable ante las inundaciones y otras catástrofes naturales relacionadas con el agua -cuya frecuencia y virulencia, recuerda, se han visto agravadas por la crisis climática-, puede aprovechar la oportunidad que los desastres brindan para “repensar y abrazar el futuro”.
“En América Latina las costas están superpobladas y, por tanto, se enfrentan a los impactos de los desastres medioambientales tanto como a los relacionados con el clima, con períodos más largos de sequía y episodios de calor que afectan a sus economías y a su seguridad alimentaria”, enfatiza.
Pero, al mismo tiempo, sostiene que el agua “proporciona la mejor solución” pues si se invierte en seguridad hídrica, y “si se entiende la complejidad de esta relación, se empieza a valorar y gestionar el agua en consecuencia”, y, así, “el agua puede ser una fuerza motriz para el desarrollo sostenible, para la inclusión, para la equidad y para la resiliencia ante el cambio climático”.
Este experto lamenta que “a menudo nos encontramos en un contexto posterior a una catástrofe, donde vemos los impactos de estos desastres sobre nuestras comunidades, nuestras economías y el medioambiente, y luego tendemos a recoger los pedazos y reconstruir, solo a veces un poco mejor”.
Sin embargo, mientras que “el desastre es la radiografía que nos dice todas las interdependencias entre lo que se perdió, también nos proporciona un camino a seguir de una forma muy holística y completa que puede ser innovadora y catalizadora”, defiende.
En Perú, por ejemplo, las inundaciones provocadas por el fenómeno de El Niño, que hicieron que los ríos más grandes del país se desbordaran, impactando a las ciudades y comunidades rurales, permitieron a los expertos adoptar “un enfoque de colaboración muy progresivo, orientado al futuro y exhaustivo, a partir de esa evaluación de rayos X”, argumenta.
“WATER AS LEVERAGE”
Ovink subraya asimismo la iniciativa “Water as Leverage”, proyecto que el gobierno holandés ha impulsado en treinta ciudades de diferentes países asiáticos y que acaba de aterrizar en Cartagena (Colombia) para potenciar allí el papel que el agua puede ejercer como “catalizador del desarrollo sostenible y de la acción climática”.
En este país, el programa se centra en ampliar la seguridad hídrica trabajando a la vez con las comunidades locales, los sectores privados, los innovadores, los socios institucionales e internacionales, pues Ovink insiste en que la gestión del agua “no empieza por la infraestructura de ingeniería”, sino por generar asociaciones entre colectivos a nivel social.
En la Semana Mundial del Agua, donde se plantean los múltiples desafíos que implica la crisis del agua -sequía, contaminación, acceso universal al recurso, eficiencia y tarificación justa, entre otros temas-, planean sobre todas las charlas la “gobernanza del agua” y la democratización.
“Valorar el agua es atender a todos los valores del agua en la sociedad: proteger nuestros recursos naturales, centrarse en la educación, en el empoderamiento y en la innovación, y también es potenciar la inclusión”, abunda Ovink.
Es una de las conclusiones que puso de manifiesto su experiencia en la Nueva York azotada por el huracán Sandy -fenómeno que se cobró la vida de más de cuarenta vecinos y unos 19.000 millones de dólares en daños a la ciudad-, de la que el experto destaca haber visto clara la necesidad de implicar a toda la sociedad para “crear coaliciones, superar la desconfianza y tratar de identificar oportunidades que puedan tener un impacto real”.