Para todo problema humano [y social] hay siempre una solución fácil, clara, plausible y equivocada.
Henry Louis Mencken
A la pandemia, bien conocida, se agrega una calamitosa crisis económica de augurios desconocidos, que va más allá del desempleo y cierre de negocios por el coronavirus, oficialmente los Estados Unidos y México están en recesión. Como dice el adagio mexicano: “Llueve sobre Mojado,” y de pronto surge el artero asesinato de George Floyd estrangulado con el tradicional desprecio que sienten las policías del mundo por la vida de las personas y se abre la Caja de Pandora.
Algo insólito sucede, el mundo entero demuestra un descontento de manera violenta y como si fuera un sentimiento reprimido por muchos años, se manifiestan, hay protestas, vandalismo, saqueos, motines y desobediencia. Mientras que el epicentro del descontento sucede en los Estados Unidos, el mundo entero se suma. Ni el miedo a contaminarse del mortal virus detiene a la gente. Hay manifestaciones en países como Italia, España, Alemania Francia y muchos más, demandando fin al racismo que existe en los Estados Unidos. El mundo parece unido por una idea universal: justicia social. Los tradicionales recursos de los gobernantes de culpar a extranjeros y de explicarlo por medio de conspiraciones antiamericanas, ahora no funciona.
En la Ciudad de México, frente a la Embajada de Estados Unidos, un numeroso grupo encabezado por los mismos americanos residentes en la nación, manifiestan su repudio al racismo y a las injusticias de la sociedad americana. Las manifestaciones han seguido acompañadas de destrozos a comercios aledaños. En Jalisco tienen a su propio mártir Giovanni López muerto a manos de la policía. Los disturbios se extienden a otros estados. El gobernador de Jalisco, culpa al presidente de México de orquestar estos disturbios. Fallan ambos de usar la historia ya que existe una conexión entre el actual descontento y los icónicos años de 1960 en que las protestas fueron globales porque sin duda, como entonces hay un repudio a gobiernos y policías.
Al momento de escribir este artículo, se cumplen 15 días consecutivos de manifestaciones, incluyendo servicios fúnebres a favor del finado afroamericano que se ha convertido en un ícono, símbolo de la gota que derramó el vaso. Estamos ante tiempos inéditos, en términos de que los problemas se han reproducido, traslapado, acumulado e impactado.
Algunas reflexiones pueden ayudarnos a mejor entender la complejidad de las calamidades de estos tiempos.
PRIMERO: MULTICOMPLEJIDAD. Quienes piensan que esta situación se debe al asesinato de un afroamericano producto de la brutalidad policiaca, se equivocan. Eso el detonante; pero se trata de una multi-complejidad social, política y económica.
SEGUNDO: LAS INSTITUCIONES EN PELIGRO. Esta multi-complejidad por primera vez, al menos en mucho tiempo, pone en peligro a las instituciones americanas. Una evidencia fueron las declaraciones del Secretario de Defensa, Mark Esper y el Ex Secretario de Defensa James Mattis, el primero contradiciendo a su jefe acerca de que miembros del ejército no deben usarse en asuntos internos a menos que hubiera extremas circunstancias; y el segundo asegurando que Trump dividía a la nación. Siguió días más tardes Colin Powell, defendiendo a las instituciones y anticipando que no votará por Trump, a pesar de su destacada afiliación republicana, llama a respetar las instituciones y a pedirles cuentas a las mismas.
TERCERO: VOTAR. La multi-complejidad ha sacado al expresidente Obama de una posición discreta a una más agresiva diciendo que una cosa es la intranquilidad y las demostraciones de descontento, y otra es votar. La insatisfacción, dijo el expresidente, debe llevarnos a las urnas. Caso parecido fue la petición final de Colin Powell, votar contra Trump.
CUARTO: HARTAZGO. Mientras que la noticia filmada en video del estrangulamiento de George Floyd, aparece como el detonador de los ánimos violentos y las manifestaciones en decenas de ciudades y poblaciones, americanas y del mundo, es obvio que las confinaciones por el coronavirus fue el caldo de cultivo que encendió a manifestantes. La gente conectó, malos manejos de pandemia, escaso financiamiento a hospitales y a la salud con excesivo financiamiento policial. Y de súbito, la gente ve el video del asesinato y no resulta “otro más”, se sienten listos para usar el caso como símbolo de hartazgo. Hay intranquilidad, zozobra, desencanto, desilusión completa con el gobierno y más. Es esa la lectura profunda de las manifestaciones.
QUINTO: ¿RACISMO? Obviamente es racismo, abundan las evidencias, pero es más que racismo puro, es inequidad económica, es desigualdad educativa, es manipulación política, es falta de oportunidades, son leyes contra justicia, son pecados por omisión o por no hacer nada, son jueces incapacitados y parciales, es exceso de importancia a lo económico, es favoritismo y clientelismo corporativo, es chauvinismo, son feminicidios, y es clasismo. Todo interviene en este hartazgo.
Estamos sin dudarlo en otro parteaguas histórico donde la gente se enfrenta al establishment y con líderes que no se conectan con la gente. En el próximo artículo ofrecemos cinco reflexiones a favor de este parteaguas histórico.