Por primera vez, una persona infectada por el VIH ha donado en vida un riñón a un beneficiario de trasplante que también está infectado por el VIH. Un equipo multidisciplinario de Johns Hopkins Medicine completó el trasplante renal de donante vivo entre dos personas con infección por el VIH el 25 de marzo. Según indican los médicos, tanto la donante como el beneficiario se encuentran bien.
“Esta es la primera vez que se le ha permitido a alguien infectado por el VIH donar un riñón, en el mundo, y eso es grandioso”, señala el Dr. Dorry Segev, M.D., Ph.D., catedrático de cirugía en la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins. “Esta enfermedad, que en los años 80 era considerada una sentencia de muerte, está actualmente tan bien controlada que las personas infectadas por el VIH ahora pueden salvar vidas a través de la donación de riñón. ¡Es algo increíble!”
Las personas que viven con el VIH no habían podido donar un riñón hasta este momento, debido a las preocupaciones de que el VIH era un factor demasiado riesgoso para la enfermedad renal en el donante. Sin embargo, la investigación reciente del Dr. Segev y sus colegas, que incluyó a más de 40 000 personas que viven con el VIH, demostró que los nuevos medicamentos antirretrovirales no causan daño en el riñón, y que aquellos en quienes el VIH está bien controlado básicamente corren los mismos riesgos que aquellos no infectados por el VIH y que están bastante saludables para donar sus riñones.
“Lo que es significativo sobre este primer donante vivo de riñón —que también vive con el VIH— es que, aparte de ser un avance médico, sirve además para destruir el estigma. Desafía a los médicos y al público a ver el VIH de otra manera”, dice la Dra. Christine Durand, M.D., profesora titular de medicina y oncología, e integrante del Centro Oncológico Kimmel de Johns Hopkins. “Estamos trabajando con el mayor número posible de donantes para salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Cada trasplante que tiene éxito acorta el tiempo de espera de todos los pacientes que se encuentran en la lista”.
Los doctores Durand y Segev son los líderes de HOPE in Action, una iniciativa que comprende múltiples estudios nacionales para explorar la factibilidad, inocuidad y eficacia del trasplante entre personas infectadas por el VIH. Esta innovación se hizo posible gracias a la idea y el impulso dado por el Dr. Segev a la Ley de Equidad de Órganos y VIH (HIV Organ Policy Equity Act), también conocida como la Ley HOPE.
Nina Martínez, la donante viva de riñón de 35 años con infección por el VIH, se enteró sobre la Ley HOPE en el momento en que fue aprobada en 2013.
“Mi inspiración fue también una amiga y vecina que se ofreció voluntariamente a ser donante viva de riñón”, señala la Sra. Martínez. “Para mí es sumamente importante participar en investigaciones clínicas. Fui testigo de cómo mi amiga hizo posible un trasplante que le salvó la vida a otra persona y, al ver lo que ella hizo, supe que si había alguna forma de que yo ayudara a alguien, tenía que hacerlo. Hacer esto conforme a un protocolo de investigación resultó muy cómodo para mí”.
La Sra. Martínez es consultora de salud pública, voluntaria en investigaciones clínicas y promotora de políticas dedicadas a eliminar el estigma que todavía rodea al VIH.
“Algunos creen que las personas con infección por el VIH están ‘enfermas’ o se ven mal”, señala la Sra. Martínez. “En mi caso, yo sabía que tenía buena salud. El VIH ya no constituía una barrera para la donación de órganos, y nunca consideré al VIH como un obstáculo médico. Como promotora de políticas, quiero cambiar lo que la gente cree que sabe sobre el VIH. No deseo ser la heroína de nadie. Lo que quiero es ser un ejemplo para alguien, la razón por la que una persona tenga en cuenta la idea de ser donante”.
En julio de 2018, la Sra. Martínez se enteró de que una amiga, que por coincidencia también tenía infección por el VIH, necesitaba un trasplante renal. Sintió la obligación de ayudar y se puso en contacto con Johns Hopkins.
Viajó a Baltimore en octubre de 2018 y se sometió a una evaluación como posible donante de riñón en el Hospital Johns Hopkins para tener la certeza de que estaba lo suficientemente saludable para donar.
Antes de obtener la aprobación para seguir adelante, su amiga falleció. No obstante, la Sra. Martínez, aún de duelo por su amiga, decidió que seguía dispuesta a ser donante, esta vez para un beneficiario anónimo.
“A pesar de haber perdido a mi amiga por culpa de la enfermedad renal, quise seguir adelante con la donación a modo de rendirle homenaje”, indica la Sra. Martínez. “Estaba en posición de hacer esto por otra persona, y no porque soy alguien especial si no porque soy fuerte. Otras personas infectadas por el VIH antes de mí participaron en investigaciones clínicas para que yo pudiera no sólo sobrevivir sino prosperar. Era mi turno de hacer esto, tanto por mi amiga a quien estimaba como por toda la gente que vive en espera de un trasplante”.
Durante la evaluación, el equipo de cirujanos confirmó que los riñones de la Sra. Martínez estaban en buena condición y con una carga viral baja, lo cual satisfacía los criterios requeridos por las protecciones federales de la Ley HOPE. Una vez recibida la aprobación, pudo donar sin inconvenientes uno de sus riñones a un beneficiario, quien desea permanecer anónimo.
En un artículo de American Journal of Transplant publicado en 2018, los cirujanos estudiaron los factores que pueden identificar a candidatos suficientemente saludables para donar un riñón. Aquellos cuya infección por el VIH está bien controlada, que no tienen antecedentes de diabetes, hipertensión no controlada ni proteína en la orina podrían estar suficientemente sanos para donar.
Las personas con infección por el VIH que se ofrecen como donantes vivos voluntarios podrían posiblemente salvar las vidas de miles de personas infectadas por el VIH que necesitan trasplantes cada año.