¿Se están dividiendo el mundo Trump, Putin y Xi?

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Andrés Oppenheimer

Andrés Oppenheimer

Hay un dato clave en el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela: el escaso apoyo que el dictador venezolano Nicolás Maduro está recibiendo de su aliado más poderoso, Rusia.

¿Es que el presidente Donald Trump y su colega ruso Vladimir Putin se pusieron de acuerdo en dividir el mundo en “esferas de influencia”, y en que ninguna de las dos se meterá en el patio trasero de la otra?

¿O la explicación es mucho más sencilla, y es que Rusia está tan metida de lleno en su guerra con Ucrania que no puede ayudar a países lejanos como Venezuela?

Lo cierto es que desde que Trump mandó su flotilla de casi una docena de buques de guerra, incluyendo el portaviones más grande de Estados Unidos, al Caribe y amenazó con atacar blancos del narcotráfico en Venezuela, Rusia le ha dado un apoyo principalmente simbólico a Maduro.

A diferencia de lo que pasó en 2018, cuando Putin envió dos bombarderos supersónicos Tu-160 con capacidad nuclear a Venezuela para realizar ejercicios militares como muestra de apoyo en medio de crecientes tensiones entre Maduro y el primer gobierno de Trump, esta vez no hubo nada parecido.

En las últimas semanas, a pesar de que Maduro celebró con bombos y platillos la reciente entrada en vigor de un nuevo Acuerdo Estratégico con Rusia, la ayuda de Moscú a Venezuela ha sido mayormente de palabra.

Vladimir Rouvinski, un experto en Rusia y director del Laboratorio de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Icesi en Colombia, me confirmó en una entrevista que “veo muy improbable que Putin le dé una mano a Maduro”, más allá de declaraciones retóricas de apoyo.

Según Rouvinski, el escenario actual es muy diferente al de 2018, cuando Putin envió los bombarderos nucleares a Venezuela. En ese momento, Putin temía un creciente apoyo de Estados Unidos a los países de Europa del Este, y envió los aviones de guerra a Caracas como para decir: “Si tú te metes en mi patio trasero, yo me meto en el tuyo”.

Pero hoy la situación es distinta: Putin cuenta con un gobierno amigable en Washington, y lo menos que quiere es provocarlo. Trump ha sido el presidente estadounidense más pro-ruso que se recuerde: llegó a decir que la invasión rusa a Ucrania de 2022 había sido culpa de Ucrania, y ha retenido ayuda militar a Ucrania.

“Putin no quiere poner en riesgo sus relaciones con la administración del presidente Trump por Venezuela”, me dijo Rouvinski.

Al igual que muchos otros analistas internacionales, Rouvinski no descarta que haya un pacto explícito o tácito entre Trump, Putin y el líder chino Xi Jinping de dividirse el mundo en “esferas de influencia”. En este contexto, Trump podría quedarse -metafóricamente hablando – con Venezuela, y Putin con los territorios que invadió en Ucrania.

Trump se ha proclamado partidario de volver a la “Doctrina Monroe”, de 1823, por la cual Estados Unidos se reservaba el derecho de ser el poder hegemónico en las Américas. La doctrina era vista por muchos como una licencia para intervenir en América Latina, y Estados Unidos la había descartado oficialmente en 2013.

Sin embargo, Trump señaló en un “mensaje en el aniversario de la Doctrina Monroe” el 2 de diciembre que esa doctrina “sigue vigente” y está “más fuerte que nunca”. Dijo que su Gobierno “orgullosamente reafirma la promesa, bajo un “corolario Trump” a la Doctrina Monroe, que el pueblo americano…siempre controlará su destino en nuestro hemisferio”.

Para Rouvinski, “Este es un mundo ideal para Putin. En la práctica, significa un mundo dividido en esferas de influencia, en que Rusia puede tener lo que llama su propio ‘espacio exterior’.”

El peligro de un mundo de esferas de influencia añadió, es que suele darles a las superpotencias carta blanca para ocupar otros países e implantar dictadores amigos.

En efecto, el mundo aprendió una durísima lección con las “esferas de influencia” del nazismo y el estalinismo, que costó millones de vidas. No estoy muy seguro de que volver a eso sea que apoyar un mundo basado en la defensa de principios como la democracia y los derechos humanos.

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