El nacionalismo económico y la arrogancia del presidente Donald Trump han dañado seriamente el liderazgo de Estados Unidos en el mundo. Sin embargo, Trump está creando una alianza sin precedentes con el gobierno de derecha de Brasil, que podría cambiar el mapa político latinoamericano.
En un tuit del lunes 2 de septiembre, Trump confirmó que está negociando un acuerdo comercial bilateral con el presidente populista de Brasil, Jair Bolsonaro, a quien muchos se refieren como el “Trump de América Latina”. Trump se reunió con el canciller brasileño Ernesto Araújo en la Casa Blanca el 30 de agosto para avanzar con las conversaciones comerciales.
Pero, a juzgar por lo que me dijo Araújo en una entrevista horas después de la reunión, los gobiernos populistas de derecha de los dos países están hablando de forjar una relación especial entre las dos economías más grandes de las Américas que iría más allá del comercio.
Washington y Brasilia quieren “impulsar un acuerdo de libre comercio muy ambicioso, que por parte de Brasil ha sido durante muchos años un sueño, pero que gobiernos anteriores (de Brasil) denegaron por una tendencia anti-americana que correspondía a los intereses de su partido”, me dijo Araújo.
Agregó que Trump y Bolsonaro “tienen una visión del mundo que es muy semejante”, que prioriza la soberanía nacional por sobre los dictados de las organizaciones multilaterales como las Naciones Unidas.
Cuando le pregunté si un acuerdo comercial bilateral entre Estados Unidos y Brasil resultaría automáticamente en la retirada de Brasil del Mercosur, el mercado común sudamericano, el canciller no excluyó esa posibilidad. Según las reglas del Mercosur, ningún país miembro puede firmar un acuerdo bilateral con terceros sin la participación de los demás miembros del bloque.
Araújo me dijo que Bolsonaro ya ha hablado con el presidente de Argentina, Mauricio Macri, sobre una flexibilización de las reglas del Mercosur que permitiría un acuerdo Brasil-Estados Unidos. Pero agregó que una victoria del candidato opositor Alberto Fernández en las elecciones argentinas del 27 de octubre podría poner en peligro la supervivencia del Mercosur.
Araújo dijo que Fernández, que se postula con la ex presidenta populista Cristina Fernández de Kirchner como su compañera de fórmula, tiene una conexión con el “Foro de Sao Paulo, un mecanismo de coordinación de partidos de izquierda y proyectos antidemocráticos en América Latina”.
“Si hay en Argentina un proyecto que tiene ese tipo de visión, bueno, eso crea dificultades para el Mercosur, porque Mercosur no es solamente un bloque comercial, sino también un proyecto de democracia”, dijo Araújo. “Tenemos una cláusula democrática muy clara y muy fuerte en el Mercosur”.
¿Cuál es mi lectura de todo esto? Hay que tomar todo esto con pinzas, porque Trump podría no ser reelegido el próximo año, y un gobierno estadounidense liderado por el Partido Demócrata buscaría acuerdos comerciales y políticos regionales, más que bilaterales.
En cambio, si Trump es reelecto y salvo eventos imprevistos en Brasil, podríamos ver un nuevo mapa político en América Latina.
Brasil, la economía más grande de América Latina, podría convertirse en el aliado más cercano de Trump en la región, y podría retirarse del Mercosur.
Eso, entre otras cosas, plantearía grandes problemas para Argentina si Fernández gana las elecciones. Brasil es el principal mercado de exportación de Argentina, en parte gracias a los aranceles preferenciales del Mercosur.
Si un gobierno de izquierda en Argentina quedara fuera del Mercosur, Argentina tendría pocos lugares a los que acudir para obtener crédito, excepto China. Probablemente Fernández no recibiría apoyo del Fondo Monetario Internacional, un prestamista de último recurso para países endeudados, y podría verse obligado a entregar reservas petroleras y otros recursos del país a China a cambio de préstamos de emergencia.
Lo mejor que podría pasar, aunque probablemente no sucedería si Trump fuera reelecto, sería que Brasil lleve consigo a sus socios del Mercosur a un acuerdo regional de libre comercio con Estados Unidos. El peor escenario sería que Argentina, aislada del mundo occidental, hipoteque su futuro a China, como lo ha hecho Venezuela.