Para La Red Hispana
Para derrotar a la pandemia del COVID-19, que amenaza con eternizarse a raíz del surgimiento de nuevas variantes como la ómicron, los científicos y los planeadores de políticas públicas han llegado a una conclusión inevitable: No sólo es necesario neutralizar al virus, sino confrontar la temible “infodemia” que ha invadido las redes sociales y sembrado dudas sobre las vacunas.
La Organización Panamericana de la Salud (PAHO, por sus siglas en inglés) define al “infodemia” –una palabra que es el resultado del matrimonio entre “epidemia e información” — como una mezcla de información científica y técnica, junto con rumores, datos manipulados, falsos expertos, información incorrecta, así como noticias falsas y tendenciosas que dificultan el procesamiento y discernimiento por parte del público.
Se trata de un fenómeno universal y amplificado por el megáfono de las plataformas digitales y las incontrolables redes sociales, pero que afecta desproporcionadamente a quienes no pueden cotejar con facilidad la autenticidad, veracidad y confiabilidad de la información: Las comunidades hispanoparlantes han sido presas de la “infodemia”, lo cual pudiera explicar, en parte, los altos niveles de indecisión sobre la importancia de vacunarse contra el COVID-19.
El público puede tener preguntas legítimas sobre las vacunas, por ejemplo, sobre su seguridad y efectividad para ciertas comunidades, o sus efectos inmediatos o a largo plazo. Son preguntas que están empezando a ser respondidas por los cientos de millones de personas que ya se vacunaron y por un análisis de los efectos en segmentos específicos de la población.
Pero la “infodemia” tiene poco que ver con las preguntas legítimas y mucho que ver con teorías conspirativas sin fundamento, como por ejemplo que las vacunas causan infertilidad o alteran el ADN o incluso teorías descabelladas, como que las vacunas te convierten en un instrumento magnético, lo cual ha sido continuamente comprobado como falso.
Los principales factores identificados por los expertos de la PAHO y que contribuyen al desarrollo de la infodemia son: falta de programas de alfabetización digital, lo cual dificulta buscar, seleccionar, recomendar y diseminar datos e información confiables; la falta de herramientas para obtener información en el formato digerible, idioma y momento adecuados; y el desconocimiento en el uso de aplicaciones digitales en salud.
Todo lo cual nos lleva a la pregunta. ¿Cuál es el mejor antídoto contra la infodemia? Lo primero es verificar si la fuente de la información tiene autoridad para hablar del tema, seguido de ejercer el sentido común para evaluar si la información tiene sentido, confirmar la fuente de información y evitar volverse parte del problema diseminando información falsa o de dudosa procedencia.
Pero también hace falta ir un poco más allá. Las agencias médicas gubernamentales, las organizaciones de la sociedad civil y el propio sector privado deben hacer un esfuerzo por adecuar sus materiales informativos al nivel de alfabetización médica de los usuarios, presentarlos de manera didáctica y sencilla, y distribuir la información verídica en las redes sociales donde circula la desinformación rampante.
Es ingenuo pensar que esta infodemia desaparecerá de la noche a la mañana, pero si no damos pasos decisivos para identificarla y confrontarla, será mucho más difícil neutralizar la verdadera tragedia de la pandemia, que está cobrando vidas innecesarias a causa de la irresponsable desinformación.