No me malinterpreten, la pandemia de COVID-19 es la peor crisis mundial en muchas décadas, y las cosas pueden ponerse aún peor. Pero, contrariamente a lo que muchos creen, es probable que esta crisis sea mucho menos devastadora, en vidas humanas y destrucción económica que otras grandes pandemias del pasado.
Esa es la sensación que tengo tras entrevistar a una docena de conocidos historiadores y economistas internacionales en días recientes. Casi todos coinciden en que si los países más grandes siguen exigiendo a la gente que observe el distanciamiento social, pronto veremos la luz al final del túnel.
John M. Barry, el autor de “La gran influenza: la historia de la pandemia más grande de la historia” que está en los primeros puestos de la tabla de bestsellers del New York Times, me dijo que el COVID-19 “es una pandemia muy grave, pero nada como la de 1918 “.
Me recordó que la pandemia de 1918, también conocida como gripe española, mató a entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo. Ajustado a la población mundial de hoy, eso serían entre 220 millones y 440 millones de muertes. “Afortunadamente, no estamos viendo ese tipo de mortandad, incluso en el peor de los casos”, me señaló.
Actualmente el COVID-19 ha causado unas 360,000 muertes a nivel mundial, según el Centro de Recursos de Coronavirus de la Universidad de Johns Hopkins. Aunque millones podrían morir si hay una segunda ola, todavía sería un porcentaje muy pequeño de los que murieron en 1918, me dijo Barry.
La pandemia del SIDA mató a unos 36 millones de personas entre 2005 y 2012. Y la peste bubónica, o la pandemia de muerte negra de 1346, mató a entre 75 y 200 millones de personas.
En cuanto al impacto económico del COVID-19, es la mayor crisis económica en casi un siglo. Pero las principales instituciones financieras internacionales coinciden en que será mucho más breve que la Gran Depresión de 1929 o la crisis financiera de 2008.
Mientras que la Gran Depresión de 1929 duró diez años y la crisis financiera de 2008 duró entre dos y tres años, se estima que la actual durará un año.
El Fondo Monetario Internacional pronosticó en abril que la economía mundial se contraerá un 3 por ciento este año y crecerá un 5.8 por ciento el próximo año. En 2020, la economía de Estados Unidos crecerá un 4.7 por ciento, la de China se expandirá un 9.2 por ciento y la de América Latina crecerá un 3.4 por ciento, estimó el FMI.
Según me dicen privadamente los economistas del FMI, es probable que estos pronósticos se revisen a la baja en los próximos meses, pero no dramáticamente. El FMI, el Banco Mundial y los principales bancos privados todavía predicen un repunte económico relativamente rápido en 2021.
“Estamos a punto de ver las mejores estadísticas económicas que hemos visto en la historia de este país”, dijo el ex economista del gobierno de Obama y profesor de Harvard Jason Furman en una presentación por Zoom en abril, según informó Politico.com.
Los meses anteriores a las elecciones de noviembre podrían ofrecerle al presidente Trump la oportunidad de alardear de las cifras de crecimiento de empleo mensuales más altas, y el crecimiento económico más rápido, dijo Furman a Politico.com. Por supuesto, esas cifras serían engañosas, ya que sólo tendrían en cuenta unos pocos meses, en lugar de un año entero.
Pero el punto es que al igual que después de los huracanes u otros desastres naturales, es probable que veamos un crecimiento económico debido a la demanda acumulada. Además, recuerden que después de la terrible pandemia de 1918, vino la euforia de “los años locos” de 1920.
Así que pongamos las cosas en perspectiva. Esta es una crisis terrible, agravada en Estados Unidos por la respuesta desastrosamente lenta y errática de Trump. Y las cosas todavía pueden empeorar en las próximas semanas en América Latina.
Pero no apuesten a que esta catástrofe mundial irá de mal en peor. Por mal que estén las cosas, ésta no es la pandemia de gripe española, ni probablemente dure tanto como las mayores crisis económicas de la historia reciente.