Londres, (EFE).- Con la salida de Catar de la ecuación para hacerse con el Manchester United, Ineos, el grupo dirigido por el multimillonario británico Jim Ratcliffe, es el único postor que queda y el que se hará con un 25 % del club inglés: es el salvavidas para los aficionados que quieren que la dinastía Glazer acabe en Old Trafford.
Pero, ¿qué es Ineos? Es la cuarta compañía química más grande del mundo, con una capitalización anual de 63 000 millones de euros anuales y con más de 25 000 empleados alrededor del planeta.
Ratcliff, que fundó la empresa en 1998, posee una fortuna superior a los 20 000 millones de libras (23 000 millones de euros) y fue elegido el hombre más rico del Reino Unido en 2018. Además, este año figura en la lista Forbes dentro de las 100 personas más ricas del mundo.
La relación de Ineos con el deporte se ha cimentado gracias a dos grandes pilares: la Fórmula Uno y el ciclismo. En el gran circo, Ineos ha estado ligado en los últimos años a Lewis Hamilton y a Mercedes. En diciembre de 2020, la compañía de Ratcliffe se hizo con el 33 % del equipo de Fórmula Uno, convirtiéndose en el patrocinador principal del equipo que dominó la era híbrida. El acuerdo con los alemanes es de cinco años de duración.
En el ciclismo, Ineos aprovechó la oportunidad que dejó Sky en 2019, cuando dejó de patrocinar a uno de los equipos más exitosos del Siglo XX, el Team Sky, que en una década ganó siete Tours de Francia y varias Grandes Vueltas más. Ineos se hizo con el equipo y de la mano del inglés Tao Geoghean Hart y del colombiano Egan Bernal añadieron dos Giros de Italia más al palmarés.
Y no acaba aquí la afiliación de Ineos con el deporte. También son los principales ‘sponsors’ del equipo de vela Britannia, que aspira a ganar la Copa América el año que viene, patrocinó el reto “1:59”, en el cual Eliud Kipchoge, oro olímpico en Maratón en dos ocasiones, trató de correr los 42 kilómetros en menos de dos horas -y lo consiguió-, y es también promotor de los All Blacks en rugby.
Además, del atletismo – Ratcliffe completó una maratón en 2013-, la otra gran pasión del multimillonario es el fútbol. Declarado aficionado del Manchester United desde que era pequeño, con su empresa es el dueño del Niza, en la Ligue 1, y del Lausana, en la liga suiza, pero su gran objetivo en los últimos años es entrar en la Premier League.
En la primavera de 2022 y ante la obligación del ruso Roman Abramovich de vender el Chelsea por sus implicaciones con la guerra de Ucrania, Ratcliffe fue uno de los pretendientes a hacerse con el club de Stamford Bridge. Su oferta de 4 250 millones de libras (4 900 millones de euros) fue superada por la de Todd Boehly, y el magnate siguió fuera del fútbol inglés.
Hasta que en noviembre del año pasado, la familia Glazer, que compró el United en 2005 por 800 millones de libras, decidió abrir la puerta a una venta o a la entrada de nuevos inversores.
Catar y Ratcliffe se posicionaron como los principales candidatos, con ofertas que tocaron hasta los 5 000 millones de libras, pero los Glazer nunca llegaron a dar visos de que de verdad quisieran vender el club, elevando constantemente la valoración que hacían de él y demandando ofertas por encima de los 6 000 millones de libras.
Esta constante incertidumbre hizo retirarse a Catar y obligó a Ratcliffe a escoger otra estrategia. En lugar de comprar el club entero, se haría con una participación minoritaria del 25 %. El objetivo, además de entrar poco a poco en el United, es tomar parte en las decisiones deportivas del club, uno de los aspectos más criticados por parte de los aficionados en los últimos años.
Tanto el bajón deportivo -el United no gana la Premier desde 2013 y la Champions desde 2008- y el económico, puesto que tienen una deuda de más de 1 000 millones de euros, ha provocado el hartazgo de la afición con la dinastía Glazer y la necesidad de un cambio de mando en la estructura del antaño club más importante de Inglaterra.
Hechos recientes como que Team Viewer decidiera cortar antes de tiempo su contrato como patrocinador principal de las camisetas o que Old Trafford, ampliamente criticado por su antigüedad, no haya sido elegido como estadio en la candidatura de Reino Unido e Irlanda para la Eurocopa de 2028 – y sí el Etihad Stadium- ponen de manifiesto la pérdida de identidad y de poderío de un Manchester United que espera que con la entrada de Ineos se recupere su estatus.
Manuel Sánchez Gómez