Por Andrés Oppenheimer
Como residente de Miami Beach que escribe estas líneas rodeado de bolsas de arena poco antes de la llegada del huracán Irma, tengo una pregunta para el presidente Trump y sus seguidores que niegan el cambio climático: ¿Cuántos desastres naturales y cuántas muertes harán falta para que ustedes escuchen lo que dicen los científicos más prestigiosos del mundo?
La semana pasada fue el huracán Harvey, que dejó miles de millones de dólares en daños y causó al menos 60 muertes. Esta semana es Irma, ya descrito como el huracán más grande en la memoria reciente en el Atlántico. Y los huracanes José y Katia formándose detrás de ellos, listos para golpearnos poco después.
Los negadores del cambio climático, como Trump, argumentan que el mundo siempre ha tenido periodos más calientes y más fríos, y que la actual ola de calentamiento global es sólo otro más de esos periodos. Según esa lógica, y la de las industrias contaminantes que la promueven, la humanidad no tiene nada que ver con esto. Son fuerzas naturales, afirman.
Pero el 97 por ciento de los científicos climáticos coinciden en que el calentamiento global está siendo causado por los gases tóxicos causados por el hombre, según un estudio de 2013 que examinó 11,944 trabajos científicos. Ese documento ha sido criticado por los escépticos del cambio climático, pero prácticamente todos los estudios muestran que hay un consenso casi total en la comunidad científica de que el calentamiento global es causado por el hombre, y que los negadores de este fenómeno son en su gran mayoría pseudo-científicos o charlatanes.
La doctora Ligia Collado-Vides, profesora de ciencias marinas en la Universidad Internacional de Florida, me dijo que “es irresponsable que nuestros líderes políticos no acepten lo que está ocurriendo”, y que hay “un vínculo claro” entre el cambio climático causado por el hombre y la intensidad de los huracanes que nos están golpeando.
La tierra se está calentando, lo que hace que los océanos se calienten, y eso provoca que los huracanes sean más fuertes y más frecuentes. “Los huracanes se alimentan del agua caliente. Cuanto más caliente es el agua, más fuertes son los huracanes”, me dijo Collado-Vides.
La ironía de Trump y los demás políticos que niegan el cambio climático es que, si bien citan a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y su Centro Nacional de Huracanes para advertirnos de los huracanes como Irma, no le prestan atención a las conclusiones científicas de NOAA sobre el cambio climático.
Científicos de la American Meteorological Society y NOAA, que tiene 6,737 científicos e ingenieros, concluyeron que “el cambio climático causado por el ser humano probablemente aumentó la severidad de las olas de calor” en cinco continentes en 2015.
“Estamos viendo una creciente evidencia de que el cambio climático está haciendo que las olas de calor sean más extremas en muchas regiones del mundo”, dijo la científica de NOAA y editora principal del estudio, Stephanie C. Herring.
Otro artículo científico de la NOAA, publicado el 18 de enero en colaboración con científicos de la Universidad de Princeton, concluyó que el número de días “normales” en las ciudades estadounidenses, con un clima agradable, está disminuyendo rápidamente, lo cual tendrá un enorme impacto económico en los viajes, el turismo, la construcción, el transporte y la agricultura.
Mientras que actualmente hay 97 días “normales” en Miami, 83 en Nueva York y 77 en Chicago, estos promedios caerán a 69 días en Miami, 77 días en Nueva York y 68 días en Chicago en los años 2081-2100, dice el estudio.
Puede que el Congreso haga algo para forzar a Trump a actuar más responsablemente. El Senado está a punto de debatir una ley anual de Defensa Nacional, que este año incluye una enmienda que podría pedir al Departamento de Defensa que redacte un informe sobre los riesgos del calentamiento global a la seguridad nacional.
Se apruebe o no esa enmienda, es hora de que los negadores del cambio climático acepten la realidad. Presidente Trump: los huracanes Harvey, Irma, José y Katia están tratando de enviarle un mensaje. ¡No lo ignore!