Latinoamérica es una de las regiones del mundo en que las escuelas permanecieron cerradas por más tiempo durante la pandemia de COVID-19, por lo que uno pensaría que sus presidentes estarían tratando de recuperar el tiempo de aprendizaje perdido y extendiendo el año escolar. Pero, por el contrario, algunos mandatarios están declarando nuevos y absurdos feriados.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, declaró feriado nacional el 2 de septiembre tras un fallido atentado contra la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner un día antes. Ella salió ilesa después de que un hombre armado aparentemente intentó matarla, pero su arma no funcionó.
Pero el hecho de que nadie resultó herido en el incidente no impidió que el gobierno populista de Argentina cerrara escuelas en todo el país para permitir que los seguidores de la vice-presidente pudieran ir a manifestaciones callejeras en su apoyo.
Ese fue sólo el último ejemplo de los nuevos feriados escolares en la región que están causando indignación entre los expertos en educación en medio del rápido declive de los estándares académicos de América Latina en los últimos dos años.
Según un informe reciente de la consultora McKinsey & Company, América Latina , junto con India y sus vecinos del sur de Asia, tuvo el cierre de escuelas más prolongado durante la pandemia.
Los niños latinoamericanos perdieron en promedio 11,7 meses de clases durante los dos años de pandemia a partir de febrero de 2020. En comparación, los niños de Asia oriental perdieron solo 6,6 meses de clases, los de América del Norte 4,3 meses y los de Europa 3,6 meses, dice el estudio.
“Los niveles más bajos de aprendizaje se traducen en un menor potencial de ingresos futuros para los estudiantes, y en una menor productividad económica para las naciones”, señala el estudio. Según el informe, los retrasos en el aprendizaje relacionados con la pandemia podrían conducir a una caída anual del 2,2 por ciento en el crecimiento del PIB de América Latina para 2040, en comparación con una disminución del 0,8 por ciento en América del Norte y una caída del 0,7 por ciento en Europa.
Y, sin embargo, la mayoría de los países latinoamericanos no han aumentado su año escolar, y algunos han agregado alegremente nuevos feriados escolares como si no estuvieran pasando por una gravísima crisis de aprendizaje.
En Perú, que ya contaba con unos 16 feriados escolares en conmemoración de batallas militares y otros hechos históricos y religiosos, el gobierno declaró feriado el 24 de junio de este año para celebrar el “día del campesino”.
Asimismo, el gobierno peruano agregó recientemente un día de cierre de escuelas el 13 de junio para que los escolares pudieran ver el partido de eliminación para el mundial de futbol entre Perú y Australia.
En Venezuela, hay tantas vacaciones escolares que el año escolar 2022 podría reducirse a 165 días, en comparación con los más de 220 días en países como Japón o casi 190 en Alemania, según el grupo de monitoreo independiente del Observatorio de Educación de Venezuela. Entre los feriados escolares de Venezuela está el 4 de febrero, que marca el aniversario del intento de golpe de estado fallido del difunto dictador Hugo Chávez en 1992.
Para empeorar las cosas, la próxima copa del mundo de Qatar podría reducir aún más el tiempo escolar en la región.
El ministro de Educación de Argentina, Jaime Perczyk, ya publicó en su cuenta de Twitter el 15 de julio que “creemos que hay que pasar los partidos de Argentina en las escuelas y llenarlos de contenido”.
Todo esto sucede en momentos en que la “pobreza de aprendizaje” en América Latina ha aumentado más rápidamente que en cualquier otra parte del mundo, según un informe publicado en junio por el Banco Mundial y UNICEF. La pobreza de aprendizaje, definida como la habilidad de los niños de diez años para leer y comprender un texto simple, se disparó del 52 % al 79 % de los niños latinoamericanos entre 2019 y 2022, según el informe dice.
“Lo último que haría en América Latina en estos días sería declarar un nuevo feriado”, me dijo Jaime Saavedra, el jefe del departamento de educación del Banco Mundial. “Por el contrario, los países deberían reducir el tiempo de vacaciones, o extender el horario escolar, o los días de clase por semana”.
Lo más alarmante es que todo esto ni siquiera es un tema central en la agenda pública de la región. De hecho, el declive académico que ha sido acelerado por la pandemia probablemente sea el problema más grave que afectará a América latina en los próximos años.
A menos que los países lancen una ofensiva general para combatir el deterioro educativo, alargando el año escolar y mejorando la calidad académica en lugar de estar declarando feriados ridículos, las futuras generaciones estarán condenadas a una pobreza aún mayor.