Las complicaciones por la sustitución del ser humano con tecnologías de conducción autónoma de vehículos deja interrogantes abiertas sobre su confiabilidad
El sistema de piloto automático incorporado a modelos recientes de automóviles representa una oportunidad para los conductores; sin embargo, la introducción de esta tecnología a las carreteras ha implicado ciertas complicaciones para aplicaciones como Uber y fabricantes de autos como Tesla, cuya experiencia les ha enseñado que les falta mucho por ajustar cuando se trata de sustituir al ser humano con tecnología.
Durante 2018, Tesla, que cuenta con modelos de tecnología de conducción automática integrada, enfrentó problemas por el fallecimiento del conductor Wei Huang, quien el 23 de marzo de ese año sufrió un accidente de tránsito mientras conducía presuntamente con el piloto automático activado en una carretera de Mountain View, California, Estados Unidos.
En la investigación en curso realizada por la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB), destaca que Huang era un usuario de Tesla muy interesado en la nueva tecnología de piloto automático y la usaba con frecuencia. El conductor había reportado a amigos que, durante sus trayectos, notó en varias ocasiones fallas en el sistema de conducción autónoma de su Tesla Model X justo en el lugar donde sufrió el fatal accidente.
Pese a los indicios de que una falla en el sistema de conducción autónoma del auto fue la causante de la tragedia, existe una línea de investigación señalando que el día del accidente, Wei Huang distrajo su atención del manejo del auto por atender un juego en línea en su celular, a pesar de las advertencias emitidas por el auto al conductor varias veces antes del choque; esta suposición dirigiría la responsabilidad sobre una distracción de Huang y no sobre la falla del sistema autónomo.
Otra situación desafortunada ocurrió también en 2018 para la aplicación de movilidad Uber, cuando uno de sus autos de prueba de conducción autónoma arrolló a la ciclista Elaine Hezberg en Arizona, luego de que el sistema autónomo del auto no detectó el paso de Hezberg y la operadora humana designada para la unidad se encontraba distraída utilizando su smartphone, actividad recurrente durante sus trayectos, según las investigaciones, lo que le impidió evitar el fatal accidente.
Los sistemas de conducción autónoma no son exclusivos de las nuevas tecnologías automotrices, han estado presentes por años en la industria aeroespacial y han evolucionado efectivamente junto a ella. Destaca entonces, en los casos del piloto automático en vehículos, la interrogante sobre el tamaño del impacto del ser humano sobre tecnologías autónomas que funcionan correctamente para otras industrias, aspecto que resolverá la NTSB durante las investigaciones.