Cuando le pregunté al presidente de centroderecha de Colombia, Iván Duque, si Colombia corre el riesgo de convertirse en una nueva Venezuela después de que el presidente electo izquierdista Gustavo Petro asuma el cargo el 7 de agosto, el mandatario saliente me esquivó la pregunta tres veces seguidas.
Duque me dijo en una entrevista en Miami la semana pasada que para que Colombia no se convierta en un desastre económico y político como Venezuela bajo el próximo gobierno harán falta “cuatro certezas”.
La primera, dijo, será que Petro cumpla su promesa de campaña de no cambiar la Constitución para mantenerse en el poder más allá de su mandato de cuatro años.
La segunda, que Petro respete la independencia de los poderes legislativo y judicial.
La tercera, que Petro respete las libertades económicas, y cumpla su promesa de no expropiar empresas privadas.
Y cuarto, que Petro no use sus poderes presidenciales para intimidar o cooptar a la prensa libre.
“Mientras esos cuatro principios se mantengan, ni Colombia ni ningún otro país será una segunda Venezuela”, me dijo Duque.
Bueno, ¿pero qué cree usted que va a pasar en Colombia?, le pregunté. ¿Qué tan tranquilo se quedó tras su reunión de más de una hora en privado con el presidente entrante el 23 de junio?, insistí.
“Lo que él dijo en campaña al país y lo que juró es que iba a gobernar por cuatro años y eso es lo que debe ocurrir,” volvió a responder Duque. “Entonces, si gobierna cuatro años, estará cumpliendo su palabra”.
Cuando le pregunté sobre la promesa de Petro de restablecer los lazos diplomáticos con Venezuela, y si cree que Petro es sincero al decir que dejó de ser un aliado del régimen venezolano, Duque me dijo: “No, la verdad no he notado ningún cambio. Él fue un defensor del modelo de Hugo Chávez y ha sido también cercano a Nicolás Maduro, y pues cualquier acercamiento con él sencillamente validará su consistencia”.
Para ser justos, Petro se ha distanciado de Maduro durante la campaña y no lo ha invitado a su toma de posesión, ni a los actos posteriores. Petro dice que reabrirá las relaciones diplomáticas con Venezuela principalmente por razones humanitarias y económicas.
Pero Duque me señaló que “Maduro es un criminal que está en este momento siendo investigado por la Corte Penal Internacional. Es un dictador brutal. Ahora, si van a tener relaciones con él, yo veo que lo primero que tienen que pedirle es que entregue a Colombia a los criminales que tiene protegidos en su territorio”.
Ya que Duque no respondió explícitamente a mi pregunta inicial, aquí les comparto mi teoría: probablemente Colombia no se convertirá en una “segunda Venezuela”, sino en un “segundo México”.
Colombia no está inundada de dinero, como lo estaba Venezuela cuando Chávez inició su desastroso régimen. Y Petro tendrá que lidiar con una ola de fuga de capitales que empezó desde que ganó las elecciones. En las últimas semanas, el dólar se ha disparado en Colombia, y los colombianos son los extranjeros que más están buscando apartamentos en Miami, según la Asociación de Vendedores de Bienes Raíces de Miami.
Lo más probable es que Petro siga los pasos del presidente populista de México, Andrés Manuel López Obrador, quien está regalando subsidios en efectivo a los pobres para consolidar a su partido en el poder por varios años, a expensas de invertir en educación de calidad, salud, innovación y en las industrias del futuro.
Desafortunadamente, aunque los subsidios sociales de López Obrador lo han hecho bastante popular, no han ayudado a reducir la pobreza. Por el contrario, la pobreza en México aumentó en 3.8 millones de personas al 44% de la población en los primeros dos años del mandato de López Obrador, según la oficina oficial de estadísticas de México CONEVAL.
A juzgar por lo que ha dicho Petro hasta ahora, y por su aparente falta de interés en políticas de Estado que alienten las inversiones, todo parece indicar que Petro no provocará un colapso económico como el de Venezuela, sino una parálisis y un retroceso en cámara lenta como el de México.